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10 febrero 2021

CONSUMO Y SALUD: relación entre alimentación, hábitos de consumo insanos, enfermedades ambientales y educación en el colegio (entrevista a María José Moya para el libro de la periodista Maripi Gadet "La nueva biodieta”)


La nueva biodieta, de Maripi Gadet. Arcopress, 2020.

Esta entrevista a María José Moya (SISS) forma parte del último libro de la periodista Maripi Gadet: "La nueva biodieta: la fórmula de la eterna juventud, salud y belleza. Alimentación ecológica" (Arcopress, 2020. 234 págs.). Se encuentra en el capítulo La opinión de los expertos, en las páginas 207 a 212.

Maripi Gadet está dedicada a la promoción de la vida sana y respetuosa con el medio ambiente, y dentro de esa esfera, es una habitual de los medios y los eventos, ha publicado varios libros, dirige el gabinete de comunicación Green Press y está especializada en la gestión de la comunicación de empresas.

En 2019, invitó a María José Moya a participar en su séptimo libro, y su entusiasmo para que formara parte del proyecto la contagió. Aceptó. Las facilidades que le dio para salvar los obstáculos que le impone su complicada salud fueron determinantes porque la permitieron tomarse el tiempo que le fue necesario para responder a la entrevista.

Las temáticas que toca María José en sus respuestas son: la alimentación ecológica, la educación gastronómica y medioambiental que debería promoverse entre los niños por parte de su entorno privado y de los centros educativos, los tóxicos cotidianos y otros problemas que pueden presentar los alimentos convencionales (es decir, los no ecológicos), y las enfermedades ambientales (principalmente la sensibilidad química múltiple).

Gracias Maripi, por pensar en mí para formar parte de tu libro, y por nombrarme en el capítulo de Agradecimientos (en la p. 233), junto a otros entrevistados de la talla del Dr. Nicolás Olea (catedrático experto en la relación entre tóxicos cotidianos y salud), o Ángeles Parra (presidenta de la asociación Vida Sana y directora de BioCultura, principal feria ecológica de España). Fue un placer. Por cierto, quién hubiera adivinado que un año después de recibir tu invitación, el libro se publicaría en medio de una pandemia, ¿verdad? La vida es la mejor obra de aventuras posible.

María José Moya, responsable del SISS


ENTREVISTA

María José Moya Villén es responsable del “SERVICIO DE INFORMACIÓN SOBRE SENSIBILIDAD QUÍMICA MÚLTIPLE Y SALUD AMBIENTAL” (SISS), espacio pionero en enfermedades ambientales, que creó en 2006.

LA COMUNIDAD CIENTÍFICA ESTÁ ALARMADA POR EL INCREMENTO EXPONENCIAL DE PATOLOGÍAS ORIGINADAS O AGRAVADAS POR FACTORES MEDIOAMBIENTALES, COMO LA SENSIBILIDAD QUÍMICA MÚLTIPLE (SQM), LA ELECTROSENSIBILIDAD, LA FIBROMIALGIA Y EL SÍNDROME DE FATIGA CRÓNICA / ENCEFALOMIELITIS MIÁLGICA, ENFERMEDADES QUE USTED PADECE EN GRADO GRAVE. ¿CREE QUE LA ALIMENTACIÓN TIENE QUE VER CON EL DESARROLLO DE ESTAS DOLENCIAS

Todo influye. Cuando tu estilo de vida y entorno son insanos lo que se promueve es que tu organismo, con el tiempo, vaya a tender a debilitarse, a presentar alteraciones y fallos, y a aumentar progresivamente su carga tóxica corporal. Por eso, alimentarse e hidratarse de forma sana, al margen de los parámetros que dicta la publicidad de la industria alimentaria, es fundamental.

¿ES IMPORTANTE QUE LOS NIÑOS APRENDAN EN EL COLEGIO LOS BENEFICIOS DE LA ALIMENTACIÓN ECOLÓGICA?

Sí, porque la educación no es sólo instruir en cultura y ciencia. Tiene que incluir cosas cómo enseñar a cuidar de la salud propia y la del planeta, a ser feliz, a sacar la mejor versión de uno mismo y a cultivar un pensamiento propio.

Pero para que el alumno tenga posibilidad de adoptar hábitos sanos y ser un consumidor responsable no basta con hablarle de ello. Hay que promover su inmersión integral en un estilo de vida ecológico a través del comedor, de las excursiones, de las actividades, de los concursos, de la creación de huertos escolares y de cualquier otra idea para que el niño vea que implementar ese modelo es posible. Asimismo, debe explicársele la filosofía que hay detrás ello para que sepa reconocer lo que es sano para sí mismo, y neutral para el medioambiente.

Simultáneamente, su entorno educativo y sus progenitores deben dar ejemplo, porque el niño imita lo que ve. Y la educación es cuestión de todos. Pero ojo con caer en incongruencias, como proponerle una acción saludable (por ejemplo, comer ecológico en la escuela) pero sin ayudarle a la vez a modificar el resto de aspectos de su vida diaria que puedan ser insanos (como que en su hogar consuma fritos con frecuencia, o se usen ambientadores y perfumes). Estas incoherencias transmiten al niño que el adulto no cree que el modelo que propone sea posible y lo desincentivará a mantener la propuesta en el tiempo.

¿EN QUÉ ALIMENTOS SE ENCUENTRAN LOS TÓXICOS MÁS NOCIVOS PARA LA SALUD?

No sólo en los que saltan de vez en cuando a los medios de comunicación (como el pescado salvaje –por su contaminación con microplásticos, mercurio y otras sustancias–, los alimentos enlatados o en plástico –porque a ellos migran los componentes de sus envases–, o el ganado porcino –por las condiciones de insalubridad y estrés animal que padece en las granjas–). El hecho es que vivimos en un maremágnum de sustancias sintéticas problemáticas, y parte de ellas llegan al organismo del consumidor a través de lo que come y de lo que bebe. ¿Cómo? En forma de continuadas pequeñas dosis de cuantiosos aditivos; metales pesados; sustancias transferidas desde las bandejas, barquetas y cajas para alimentos de cartón reciclado, a la comida envasada; restos de plaguicidas y antibióticos; elementos en el agua potable, como por ejemplo restos de materiales de las tuberías…

La industria alimentaria aplica métodos cuestionables similares en todos sus sectores (ganadería, pesca, marisco, agricultura…). Por ejemplo, los biólogos Salvador Arijo y Juan Pablo Camblor indican que muchas piscifactorías emplean, de forma generalizada, numerosos productos químicos para el tratamiento del agua, de los sedimentos y del pescado, tal como fertilizantes, desinfectantes, sustancias antibacterianas, antibióticos y otros medicamentos, plaguicidas, alguicidas, baños de formol, aditivos alimentarios en el pienso, anestésicos, hormonas… Todos son legales, a pesar del impacto que pueden producir sobre el ecosistema y los consumidores.

En esta misma línea, otro tipo de industrias, así como los mismos ciudadanos, generan también problemas en la cadena alimentaria, como vertidos en los ríos y mares, basura en la naturaleza, incendios intencionados, purines, contaminación de acuíferos, sobreexplotación de los recursos, generación de residuos y tóxicos, problemas por plantas de tratamiento de aguas residuales ineficaces, contaminación de costas por protectores solares y otros productos, y accidentes nucleares (como el de Chernóbil, en 1986, que contaminó la atmósfera; y el de Fukushima, en 2011, que contaminó el aire y el océano).

Ante este panorama, es lógico pensar que los pocos problemas alimentarios que salen a la luz pública no sean más que la punta del iceberg.

¿CREE QUE NUESTROS CUERPOS TAMBIÉN REACCIONAN NEGATIVAMENTE ANTE DOSIS MÍNIMAS DE LOS QUÍMICOS SINTÉTICOS QUE SE ENCUENTRAN EN LOS PRODUCTOS DE COSMÉTICA, ASEO PERSONAL, LIMPIEZA DE LA ROPA, DEL HOGAR, PERFUMES, Y OTROS?

Hay que tener en cuenta que estamos expuestos a una cantidad ingente de sustancias sintéticas desde que nacemos, las 24 horas, los 365 días del año. Las respiramos, comemos, bebemos, vestimos y tocamos. Por tanto, cuando tienen propiedades negativas para la salud (inmediatas, por acumulación, o por efecto combinado de cóctel junto a otras), son potencialmente dañinas.

Numerosos estudios de reconocidos investigadores, como el Dr. Nicolás Olea (de la Universidad de Granada), el Dr. Miquel Porta (del IMIM), o Anne Steinemann (de la Universidad de Melbourne), dan fe de ello. Especialmente sangrantes son los trabajos que han encontrado numerosos tóxicos sintéticos potencialmente peligrosos en nonatos y neonatos. Les llegan a través del cordón umbilical, la placenta, y la sangre y lactancia materna inferior a 5 meses. Esto debería hacernos reflexionar con vistas a cambiar nuestros hábitos.

Dentro de las enfermedades con relación causa-efecto inmediata entre exposición y desencadenamiento de síntomas están la SQM, las alergias, el asma, las migrañas, o los problemas respiratorios; y dentro de aquellas que el paciente no tiene esa evidencia clara pero las investigaciones han confirmado que su origen son diversos tóxicos sintéticos están el cáncer de mama, el de testículos, la diabetes, y los problemas de tiroides, entre otros, además de la caída en la calidad seminal.

Por tanto, no hay duda de que las bajas dosis continuadas pueden tener efectos biológicos.

¿VIVIR SIN QUÍMICA ES SINÓNIMO DE PODER VIVIR SANO? ¿ES CARO?

Aclarar que aunque popularmente se identifique “química” con “sintético”, todo lo que nos rodea es química: el aire, nosotros mismos, el agua… Hay que tender a eliminar lo tóxico o problemático de nuestro entorno; y a disminuir lo sintético a lo estrictamente necesario, como medida preventiva. Con ello ayudaremos a nuestro organismo a tener una mayor calidad de vida, y a aumentar sus probabilidades de que, ante cualquier contingencia de salud, se recupere mejor, o si esto no es posible, a que al menos no empeore tanto, o no tan rápido.

La incidencia en la contabilidad doméstica de un sistema de vida ecológico no tiene por qué ser mucho mayor que el industrial, si no intentamos trasladar sus vicios al nuevo estilo de vida. Hay que pasar de ser los compradores compulsivos que incentiva el modelo industrial, a consumidores conscientes que sólo realizan compras esenciales, y en los sitios más asequibles y éticos (cooperativas, tiendas de productores sin intermediarios, y otros). Lo que nos pueda desequilibrar la balanza (que sería la alimentación, y la inversión inicial para adecuarse al nuevo sistema), se puede ahorrar en otras áreas, como la del aseo personal, la limpieza del hogar y de la ropa, la cosmética, y la salud.

DADO QUE LOS QUÍMICOS PROBLEMÁTICOS ESTÁN PRESENTES ALLÁ DONDE MIREMOS (EN LA ALIMENTACIÓN, EN LAS BEBIDAS, EN EL AIRE CONTAMINADO, EN LOS MATERIALES PARA OBRAS, EN EL MOBILIARIO, EN MUCHOS ARTÍCULOS DE TODO TIPO…), ¿CÓMO PODEMOS SOBREVIVIR A ESTA INVASIÓN Y VIVIR SIN TÓXICOS?

Sin duda, el panorama actual es muy preocupante. Convivimos a diario con gran cantidad de tóxicos potencialmente dañinos para nuestra salud y la del planeta, lo que pone en riesgo la supervivencia del ser humano. Sin embargo, podemos minimizar lo que atañe a nuestro entorno mucho más de lo que imaginamos. Pero para ello tenemos que salir de nuestra zona de confort, para ser consumidores informados y activos, dejando atrás la pasividad. Porque el hecho de que las administraciones no apliquen el principio de precaución, e insistan en establecer límites legales de tóxicos para cada producto, es inaceptable.

El único límite admisible es cero tóxicos, y una huella neutral de las personas con el planeta. Por tanto, si necesitamos comprar algo, informémonos antes de si cumple con estos parámetros, a través del fabricante, el vendedor, las etiquetas, y fuentes serias e independientes. Por ejemplo, preguntémonos: ¿su composición es inocua? ¿El producto es local, o viene de lejos? ¿Tiene obsolescencia programada? ¿Se podrá arreglar, u obtener piezas de repuesto, si se estropeara?

Evitemos comprar en base a modas, a tener la última versión de algo, a caprichos, o a la presión que ejercen sobre nosotros los anuncios y el entorno social. Y tengamos cuidado con la picaresca de los etiquetados que ofrezcan información sesgada, confusa, o en letras de tamaño variable según lo que interese al productor destacar o no.

¿QUÉ RECOMIENDA A UNA MADRE QUE QUIERE QUE SU HIJO CREZCA SIN QUÍMICA?

A todos los adultos que convivan con el niño recomiendo que se impliquen en la puesta en práctica de un modelo de vida ecológico para todo el hogar, y que lo sigan junto con el pequeño: padres, madres, tutores, abuelos... Como decíamos al inicio, el niño imita lo que ve, y si además entiende que lo que observa son hábitos sanos para él y para el planeta, y que su implementación en el día a día es posible, le facilitaremos su adherencia.

¿QUÉ ES LO RECOMENDABLE?
  • Consumir alimentos ecológicos, de cercanía y preferentemente frescos (o con un procesado sencillo, y una composición con pocos ingredientes y sin añadidos sintéticos). Preparados en crudo, o de forma saludable (al vapor, cocidos, deshidratados, a la plancha, al horno eléctrico, en conserva de cristal…). Y elaborados en utensilios de materiales inocuos, que no se transfieran al alimento (por ejemplo, en cazuelas de vidrio).

  • Usar agua filtrada para beber, asearse y cocinar (como mínimo). Existen buenos filtros de impurezas en el mercado. Para beber también puede utilizarse agua mineral en botella de vidrio.

  • Si se es consumidor de carne, reducir su ingesta y evitar la roja. Y si se es de pescado, valorar sólo el de piscifactoría ecológica. Si se desea consumir pez salvaje, para minimizar la ingesta de los tóxicos que comprende tendrá que optarse por especies pequeñas, no depredadoras, bajas en grasa (por tanto pescado blanco, no azul), capturadas en lugares lo menos alterados posible, y conservadas sin sustancias sintéticas desde el mar hasta su venta; asimismo deberán eliminarse de ellas su piel y vísceras, y cocinarse bien.

  • La limpieza (aseo personal, del hogar y de la ropa) y la cosmética se pueden realizar con bicarbonato; vinagre de manzana, limón, y alguna grasa vegetal saludable (como el aceite de oliva y la manteca de karité), todo ecológico y sin añadidos. Si se desea sumar a ello algún detergente, gel de baño o champú, deberán ser ecológicos (o naturales), sin fragancias añadidas, y con la menor cantidad de ingredientes posible.

  • Para comprar muebles, ropa, productos para hacer reformas, sábanas, etc., se aplicará el mismo criterio sugerido en anteriores puntos: sólo se valorarán los que no contengan problemas tóxicos, ni añadidos; y que tiendan a la simplicidad en su composición, elaboración, etc.

¿QUÉ ES LA SENSIBILIDAD QUÍMICA MÚLTIPLE?, ¿QUÉ SÍNTOMAS PUEDE TENER? ¿MEJORA CUANDO CAMBIAMOS NUESTRA ALIMENTACIÓN A UNA DIETA ECOLÓGICA?

La SQM es una enfermedad ambiental cuyo origen son las sustancias sintéticas tóxicas con las que el ser humano convive, de forma cotidiana, en la civilización actual. Se caracteriza por reaccionar ante numerosos químicos (incluso a exposiciones muy bajas). Por ejemplo, de los productos perfumados, de la limpieza, del aseo, agua del grifo, tinta del papel, plásticos, ropa, rotuladores… Tiene varios grados de severidad, es crónica, limitante y orgánica. El sistema sanitario de España la tiene clasificada con el código 995.3 (CIE9MC) / T78.40 (CIE10ES).

Afecta sobre todo al sistema nervioso central, pero también puede alterar órganos de otros sistemas, como el respiratorio, el cardíaco, el endocrino, el gastrointestinal y el musculoesquelético. Como consecuencia, se producen síntomas en diferentes conjuntos corporales, simultáneamente, de forma similar a lo que ocurre con una alergia. Algunos de los que pueden darse son migrañas, problemas neurocognitivos, vértigos, dolor muscular generalizado, intolerancia sensorial (a la luz, al sonido, a las vibraciones, al calor…), intolerancias alimentarias, diarrea súbita, irritación de las vías respiratorias, arritmias, tinnitus, problemas gastrointestinales, y fatiga crónica insuperable. El cuadro mejora cuando la exposición cesa.

El consenso médico establece no exponer a estos pacientes a los agentes desencadenantes (ni aun de intensidad mínima), para evitar que sus síntomas y salud general empeoren. Por ello, se recomienda que adopten una alimentación ecológica, y sustituyan los productos y elementos perjudiciales de su hogar por otros inocuos. Los grandes beneficios de estas medidas para controlar la enfermedad lo confirman los mismos enfermos (y yo también, como afectada grave de esta dolencia, que me impide salir a la calle desde hace más de una década).

¿LA FIBROMIALGIA SE ATENÚA CON UNA BUENA ALIMENTACIÓN BIO?

Hay indicios. Según algunos testimonios, cambiar a un modelo de vida sano, con una dieta ecológica, les ayudó a encontrarse mejor. Si lo pensamos, es lógico que vivir de manera sana aumente esta posibilidad, se tengan problemas de salud o no.

¿QUÉ SON LOS ESPACIOS DE POLUCIÓN CERO O ZONAS BLANCAS?

En el argot ambiental, es como llamamos a los lugares sanos medioambientalmente. Es decir, que no presentan problemas químicos, electromagnéticos, o de otro tipo (por ejemplo acústicos); sean artificiales, o naturales (como las geopatías). Pueden estar en espacios abiertos (como un bosque, o un pueblo), o cerrados (como una habitación, una vivienda, un colegio, o un hospital adaptados a ello). El término “zona blanca” evoca al mismo que se usa en ambientes hospitalarios para denominar al área donde se encuentra la sala de operaciones (una zona estéril, y por tanto libre de patógenos).

Existen alternativas químicas, tecnológicas, y de producción, extracción y distribución de recursos para no contaminar el planeta; pero si la ciudadanía no despierta y presiona en masa para exigirlas, mientras tanto hay que reclamar la creación de zonas blancas para los enfermos ambientales y para quienes deseen vivir de una forma saludable. Es inmoral obligar a nadie a permanecer bajo unas condiciones enfermizas, más si cabe a los niños y a las personas que quieren evitarlas.


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