The Lancet Planetary Health, vol. 2, n. 12, 1 dic. 2018 |
LA CONTAMINACIÓN ELECTROMAGNÉTICA PLANETARIA: ES HORA DE EVALUAR SU IMPACTO
[Título original: Planetary electromagnetic pollution: it is time to assess its impact]
TRADUCCIÓN DEL INGLÉS Y CORCHETES: María José Moya Villén
Documentalista. Responsable del Servicio de Información sobre Sensibilidad Química Múltiple y Salud Ambiental -SISS-
A medida que la Planetary Health Alliance [a] avanza después de una productiva segunda reunión anual, ahora sería acertado un debate sobre la rápida proliferación mundial de los campos electromagnéticos artificiales. El más notable, es el manto de radiación electromagnética de radiofrecuencia, en gran parte radiación de microondas generada por las comunicaciones inalámbricas y las tecnologías de vigilancia, ya que la creciente evidencia científica sugiere que la exposición prolongada a la radiación electromagnética de radiofrecuencia tiene graves efectos biológicos y para la salud. Sin embargo, en la mayoría de los países las regulaciones de exposición de la población continúan basándose en las directrices de la International Commission on Non-Ionizing Radiation Protection -1- [b] y del Institute of Electrical and Electronics Engineers -2-, que se establecieron en la década de 1990 sobre la creencia de que solo los efectos térmicos agudos son peligrosos. Ahora se ha comprobado que la prevención del calentamiento de los tejidos usando radiación electromagnética de radiofrecuencia es ineficaz para prevenir las interferencias bioquímicas y fisiológicas. Por ejemplo, se ha demostrado que la exposición no térmica aguda altera el metabolismo del cerebro humano según los científicos de los NIH [d] -3-; la actividad eléctrica en el cerebro -4-; y las respuestas inmunitarias sistémicas -5-. La exposición crónica se ha asociado con un aumento del estrés oxidativo y daño del ADN -6,7- y con riesgo de cáncer -8-. Los estudios de laboratorio, incluidos los grandes estudios en roedores realizados por el National Toxicology Program de los EE. UU. -9- y el Ramazzini Institute de Italia -10-, confirman estos efectos biológicos y en la salud in vivo. A medida que abordamos las amenazas a la salud humana por las condiciones ambientales cambiantes debido a la actividad humana -11-, debe incluirse en esta discusión la creciente exposición a la radiación electromagnética artificial.
Debido al aumento exponencial del uso de dispositivos de comunicación personal inalámbricos (por ejemplo, teléfonos móviles o inalámbricos y dispositivos con WiFi o Bluetooth) y la infraestructura que los facilita, los niveles de exposición a la radiación electromagnética de radiofrecuencia alrededor de la banda de frecuencia de 1 GHz, que es el utilizado principalmente para las comunicaciones inalámbricas modernas, se ha incrementado respecto a los niveles naturales extremadamente bajos en aproximadamente 10 veces -18- (gráfico). Además la radiación electromagnética de radiofrecuencia se usa para radares, escáneres de seguridad, contadores inteligentes y equipos médicos (IRM [imagen por resonancia magnética], diatermia y ablación por radiofrecuencia). Es plausiblemente la exposición ambiental antropogénica de mayor crecimiento desde mediados del siglo XX, y los niveles aumentarán considerablemente de nuevo, a medida que tecnologías como el Internet de las cosas y el 5G añadan millones de transmisores de radiofrecuencia más a nuestro alrededor.
La exposición humana, sin precedentes, a la radiación electromagnética de radiofrecuencia desde la concepción hasta la muerte se viene produciendo en las últimas dos décadas. La evidencia de sus efectos en el SNC [sistema nervioso central], incluido el desarrollo neurológico alterado -14- y el incremento del riesgo de algunas enfermedades neurodegenerativas -15-, es una preocupación importante considerando el aumento constante de su incidencia. Existe evidencia de una asociación entre los trastornos del desarrollo neurológico o del comportamiento en niños y la exposición a dispositivos inalámbricos -14-; y la evidencia experimental, como el hallazgo de Yale, muestra que la exposición prenatal podría causar cambios estructurales y funcionales en el cerebro asociados con un comportamiento similar al TDAH -16- [trastorno de déficit de atención con hiperactividad (ADHD - attention deficit hyperactivity disorder)]. Estos hallazgos merecen atención urgente.
La exposición humana, sin precedentes, a la radiación electromagnética de radiofrecuencia desde la concepción hasta la muerte se viene produciendo en las últimas dos décadas. La evidencia de sus efectos en el SNC [sistema nervioso central], incluido el desarrollo neurológico alterado -14- y el incremento del riesgo de algunas enfermedades neurodegenerativas -15-, es una preocupación importante considerando el aumento constante de su incidencia. Existe evidencia de una asociación entre los trastornos del desarrollo neurológico o del comportamiento en niños y la exposición a dispositivos inalámbricos -14-; y la evidencia experimental, como el hallazgo de Yale, muestra que la exposición prenatal podría causar cambios estructurales y funcionales en el cerebro asociados con un comportamiento similar al TDAH -16- [trastorno de déficit de atención con hiperactividad (ADHD - attention deficit hyperactivity disorder)]. Estos hallazgos merecen atención urgente.
En la Oceania Radiofrequency Scientific Advisory Association [g], una organización científica independiente, científicos voluntarios han construido la base de datos en línea categorizada más grande del mundo de estudios revisados por pares sobre la radiación electromagnética de radiofrecuencia y otros campos electromagnéticos artificiales de frecuencias más bajas. Una evaluación reciente de 2266 estudios (incluidos estudios in vitro e in vivo en sistemas experimentales con humanos, animales y plantas y estudios de población) encontró que la mayoría de ellos (n=1546, 68·2%) han demostrado efectos biológicos o en la salud significativos asociados con la exposición a campos electromagnéticos antropogénicos. Nuestros datos preliminares publicados sobre la radiación electromagnética de radiofrecuencia muestran que el 89% (216 de 242) de los estudios experimentales que investigaron los parámetros del estrés oxidativo indicaron efectos significativos -7-. Este peso de la evidencia científica refuta la afirmación prominente de que el despliegue de las tecnologías inalámbricas no plantea riesgos para la salud en los niveles de exposición a radiofrecuencias no térmicas actualmente permitidos. En su lugar, la evidencia respalda a la International EMF Scientist Appeal firmada por 244 científicos de 41 países que han publicado sobre el tema en publicaciones revisadas por pares y solicitaron colectivamente a la OMS y a la ONU medidas inmediatas para reducir la exposición de la población a los campos electromagnéticos y a la radiación artificiales.
Además existe evidencia de los efectos de la radiación electromagnética de radiofrecuencia en la flora y la fauna. Por ejemplo, la reducción global de las abejas y de otros insectos reportada está plausiblemente relacionada con el incremento de la radiación electromagnética de radiofrecuencia en el medio ambiente -17-. Las abejas se encuentran entre las especies que utilizan la magnetorrecepción, que es sensible a los campos electromagnéticos antropogénicos, para la navegación.
Los campos electromagnéticos artificiales van desde un rango de frecuencia extremadamente baja (asociada con el suministro de electricidad y los aparatos eléctricos) hasta una frecuencia baja, media, alta y extremadamente alta (principalmente asociada con la comunicación inalámbrica). Los efectos potenciales de estos campos electromagnéticos antropogénicos en los campos electromagnéticos naturales, como la resonancia Schumann que controla el tiempo y el clima, no se han estudiado adecuadamente. De manera similar, no comprendemos adecuadamente los efectos de la radiación electromagnética por radiofrecuencias antropogénicas en otros componentes atmosféricos naturales y artificiales o en la ionosfera. Se ha afirmado extensamente que la radiación electromagnética de radiofrecuencia, al ser una radiación no ionizante, no posee suficiente energía fotónica para causar daño en el ADN. Esto se ha demostrado ahora empíricamente falso -18,19-. La radiación electromagnética por radiofrecuencia causa daños en el ADN aparentemente a través del estrés oxidativo -7-, similar al de la radiación casi UV [ultravioleta], que durante mucho tiempo también se consideró inofensiva.
En un momento en que los científicos de la salud ambiental abordan problemas globales graves como el cambio climático y los tóxicos químicos en la salud pública, hay una necesidad urgente de abordar el llamado electrosmog. Un abordaje sincero basado en la evidencia, para la evaluación de los riesgos y la regulación de los campos electromagnéticos antropogénicos, ayudará a la salud de todos nosotros, así como a la de nuestro hogar planetario. Algunas autoridades sanitarias gubernamentales han tomado medidas recientemente para reducir la exposición de la población a la radiación electromagnética de radiofrecuencia al regular el uso de los dispositivos inalámbricos por los niños y recomendar el uso preferente de dispositivos de comunicación por cable en general, sin embargo esto debería ser un esfuerzo internacional coordinado.
Priyanka Bandara, David O. Carpenter
Oceania Radiofrequency Scientific Advisory Association, Scarborough, QLD 4020, Australia (PB); e Institute for Health and the Environment, University at Albany, Rensselaer, NY, EE. UU. (DOC)
pri.bandara@orsaa.org
Declaramos no tener conflicto de intereses. Agradecemos a Alasdair Philips su ayuda con el gráfico, y a Victor Leach y Steve Weller su ayuda con la ORSAA Database [base de datos ORSAA], que ha posibilitado nuestra visión de conjunto de la evidencia científica en esta área de la investigación.
[Para el texto en inglés:] Copyright © El (los) autor(es). Publicado por Elsevier. Este es un artículo de acceso abierto bajo la licencia CC BY-NC-ND 4.0.
REFERENCIAS
1. International Commission on Non-Ionizing Radiation Protection. ICNIRP guidelines for limiting exposure to time-varying electric, magnetic, and electromagnetic fields (up to 300 GHz). Health Phys. 1998; 74: 494–522.
2. Institute of Electrical and Electronics Engineers. IEEE C95.7-2014—IEEE recommended practice for radio frequency safety programs, 3 kHz to 300 GHz. IEEE Standards Association, 2014. https://standards.ieee.org/standard/C95_7-2014.html (accessed Nov 6, 2018).
3. Volkow ND, Tomasi D, Wang GJ, et al. Effects of cell phone radiofrequency signal exposure on brain glucose metabolism. JAMA. 2011; 305: 808–13.
4. Schmid MR, Loughran SP, Regel SJ, et al. Sleep EEG alterations: effects of different pulse-modulated radio frequency electromagnetic fields. J Sleep Res. 2012; 21: 50–58.
5. Kimata H. Microwave radiation from cellular phones increases allergen-specific IgE production. Allergy 2005; 60: 838–839.
6. Zothansiama, Zosangzuali M, Lalramdinpuii M, Jagetia GC. Impact of radiofrequency radiation on DNA damage and antioxidants in peripheral blood lymphocytes of humans residing in the vicinity of mobile phone base stations. Electromagn Biol Med. 2017; 36: 295–305.
7. Bandara P, Weller S. Biological effects of low-intensity radiofrequency electromagnetic radiation—time for a paradigm shift in regulation of public exposure. Radiat Protect Australas. 2017; 34: 2–6.
8. Carlberg M, Hardell L. Evaluation of mobile phone and cordless phone use and glioma risk using the bradford hill viewpoints from 1965 on association or causation. Biomed Res Int. 2017; 2017: 9218486.
9. Cell phone radio frequency radiation. National Toxicology Program, US Department of Health and Human Services, 2018. https://ntp.niehs.nih.gov/results/areas/cellphones/index.html (accessed Nov 8, 2018).
10. Falcioni L, Bua L, Tibaldi E, et al. Report of final results regarding brain and heart tumors in Sprague-Dawley rats exposed from prenatal life until natural death to mobile phone radiofrequency field representative of a 1.8GHz GSM base station environmental emission. Environ Res. 2018; 165: 496–503.
11. Myers SS. Planetary health: protecting human health on a rapidly changing planet. Lancet. 2018; 390: 2860–2868.
12. Philips A, Lamburn G. Natural and human-activity-generated electromagnetic fields on Earth. Childhood Cancer. 2012 (London; April 24–26, 2012).
13. Raines JK. NASA-CR-166661. Electromagnetic field interactions with the human body: observed effects and theories. NASA Technical Reports Server, 1981. https://ntrs.nasa.gov/archive/nasa/casi.ntrs.nasa.gov/19810017132.pdf (accessed Oct 10, 2018).
14. Divan HA, Kheifets L, Obel C, Olsen J. Prenatal and postnatal exposure to cell phone use and behavioral problems in children. Epidemiology. 2008; 19: 523–529.
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16. Aldad TS, Gan G, Gao XB, Taylor HS. Fetal radiofrequency radiation exposure from 800–1900 mhz-rated cellular telephones affects neurodevelopment and behavior in mice. Sci Rep. 2012; 2: 312.
17. Taye RR, Deka MK, Rahman A, Bathari M. Effect of electromagnetic radiation of cell phone tower on foraging behaviour of Asiatic honey bee, Apis cerana F. (Hymenoptera: Apidae). J Entomol Zool Stud. 2017; 5: 1527–1529.
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19. Ruediger HW. Genotoxic effects of radiofrequency electromagnetic fields. Pathophysiology. 2009; 16: 89–102.
NOTAS DEL SERVICIO DE INFORMACIÓN SOBRE SENSIBILIDAD QUÍMICA MÚLTIPLE (SISS)
[a] Planetary Health Alliance: Alianza de Salud Planetaria.
[b] International Commission on Non-Ionizing Radiation Protection (ICNIRP): Comisión Internacional de Protección de Radiación no Ionizante (también traducida como Comisión Internacional de Protección contra la Radiación no Ionizante, Comisión Internacional para la Protección contra las Radiaciones no Ionizantes, o Comisión Internacional para la Protección de Radiaciones no Ionizantes).
[c] Institute of Electrical and Electronics Engineers (IEEE): Instituto de Ingeniería Eléctrica y Electrónica (también traducido como Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos).
[d] National Institutes of Health (NIH): Institutos Nacionales de la Salud
[e] US National Toxicology Program (NTP) Programa Nacional de Toxicología de los EE. UU.
[f] Ramazzini Institute: Istituto Ramazzini / Instituto Ramazzini.
[g] Oceania Radiofrequency Scientific Advisory Association (ORSAA).
Fuente (en inglés): The Lancet Planetary Health, vol. 2, n. 12 (1 dic. 2018), pp. e512-e514.
La creciente evidencia sobre los efectos adversos de la radiación electromagnética de radiofrecuencia subraya la necesidad urgente de actualizar las regulaciones de exposición para proteger la salud pública.
ResponderEliminar¡Hola Nicole!
ResponderEliminarEfectivamente. Tienes toda la razón. La pena es que la regulación de cualquier cosa que sea de interés económico para una gran industria, como la de las Telecomunicaciones, no se basa en la evidencia de estudios independientes, ni tan siquiera en el principio de precaución. Lamentablemente, los lobbies de las industrias contaminantes (tanto químicas, como electromagnéticas) mueven hilos en todas las esferas para beneficio suyo. Su prioridad (y de quienes se lo permiten) no es la salud pública.
Y, para colmo, han creado una "necesidad" en la sociedad que hace que la mayoría demande lo que las industrias promueven a través de su masiva publicidad en los medios. La gente no se para a pensar en más. No tiene capacidad crítica, no piensa en que lo primero es la salud, no relaciona ciertos problemas de salud con su entorno, y no eligen implementar en sus hogares y empresas alternativas a la tecnología que emite contaminación electromagnética.
Así las cosas, es difícil que haya cambios al respecto. La sociedad está tan idiotizada que compra, ¡y defiende!, lo que les quita la salud.
Así que, hay que admitir que los concienciados, y los que nuestra salud se ha visto ya afectada por este sinsentido no podemos “salvar el mundo” del desastre, a través de la concienciación. Sólo podemos apoyarnos entre nosotros; así como tomar las medidas que podamos para protegernos, en la medida que nos sea posible, mientras nos sea posible. Pero aun así, tal y como está avanzando todo (cada vez a mayor escala, y con mayor intensidad), las personas con electrosensibilidad lo tenemos cada vez difícil para poder sobrevivir, sobre todo si no hay recursos económicos suficientes y capacidad física para adaptar nuestros entornos.
Un fuerte abrazo,