Páginas

31 diciembre 2017

FIBROMIALGIA: el uso de productos de aseo y cosmética y prendas sintéticas puede aumentar el riesgo de padecerla (Universidad de Alcalá de Henares. Nota de prensa. 2017)

Fibromialgia - Puntos gatillo o puntos dolorosos.

EL USO DE PRODUCTOS DE HIGIENE Y COSMÉTICOS Y PRENDAS DE FIBRAS ARTIFICIALES PUEDE AUMENTAR EL RIESGO DE PADECER FIBROMIALGIA

El estudio ‘Fibromialgia, en femenino’, liderado por el equipo docente de María Francisca Casas, adscrito a la Universidad de Alcalá (UAH), ha estudiado las causas de la fibromialgia, una enfermedad que afecta al 3,4% de mujeres frente al 0,6% de hombres, de acuerdo con los datos de la Sociedad de Reumatología Europea.

La investigación, que continúa en curso, ha encontrado cómo algunos hábitos de cuidado personal mucho más frecuentes entre las mujeres, aumentan el riesgo de padecer fibromialgia u otras enfermedades. Entre ellos destacan el uso diario de numerosos productos de higiene personal y cosméticos, o el vestir más habitualmente prendas realizadas con fibras sintéticas.

'Los champús, geles, cremas y cosméticos contienen numerosas sustancias químicas, como mercurio o parabenes, con efectos en el organismo que muchas veces desconocemos, que se acumulan en el cuerpo de la mujer, y que puede asociarse con la aparición de fibromialgia, cuya causa también se desconoce. Fue paradigmática la presencia de parabenes (conservantes muy usados en los productos de higiene y cosméticos) en los ganglios en mujeres muy jóvenes en países desarrollados con cáncer de mama', explica. Este hallazgo llevó a una campaña en la Europa Central que eliminó estos productos de los cosméticos. Otros condicionantes que pueden estar asociados a la aparición de esta dolencia se relacionan con la exposición a un entorno ambiental contaminado: 'Los tóxicos ambientales, pesticidas, etc. pueden tener mayor repercusión en las mujeres y pueden acumularse en mayor medida en la grasa de su cuerpo, por las características femeninas', puntualiza la investigadora.

La fibromialgia se caracteriza por dolor musculoesquelético generalizado y sensación dolorosa a la presión en unos puntos específicos (puntos dolorosos). Las personas que sufren esta enfermedad perciben como dolorosos estímulos que habitualmente no lo son. Además del dolor, la fibromialgia puede ocasionar rigidez generalizada, sobre todo al levantarse por las mañanas, y sensación de inflamación mal delimitada en manos y pies. También pueden notarse hormigueos poco definidos que afectan de forma difusa sobre todo a las manos. Los reumatólogos tienen localizados esos 18 puntos dolorosos en diferentes áreas del cuerpo como son las rodillas, el glúteo, la cervical inferior, la segunda costilla o el supraespinoso. Este sufrimiento físico puede generar malestar psíquico, como tristeza profunda o depresiones.

'Es una enfermedad oculta e ignorada', explica la investigadora. 'El conocimiento clínico sobre la misma es escaso y hace que los especialistas no hayan podido establecer unos protocolos de prevención, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad. Esta realidad conduce a que en, muchas ocasiones, se confundan los síntomas de la fibromialgia con otras patologías como artritis reumatoide o problemas hormonales, por la similitud de sus manifestaciones y solo se diagnostique tras descartar otras opciones'. En opinión de Casas, 'en numerosas ocasiones, las mujeres que acuden con sus síntomas al sistema sanitario, no recibe respuestas; pasando de un especialista a otro, sin obtener mejora y siendo consideradas en muchas ocasiones como neuróticas. Entendemos que desde la formación de los profesionales de la salud y en especial de enfermeras, deben aprender a escuchar a las pacientes, entender su sufrimiento y ayudarle a gestionar su tristeza, porque en este proceso las mujeres tradicionalmente hemos sido consideradas como “quejicas”. La perspectiva de género es esencial, para empoderar y darle significado y respuestas a sus malestares'.


16 diciembre 2017

CONTROL NATURAL DE PLAGAS (GUÍA): “Aliados en agricultura”. WWF España y GREFA. 34 págs. 2017 (pdf gratuito)

Caja nido para aves (foto: GREFA)
TÍTULO: Aliados en agricultura: cómo combatir las plagas de forma natural.
AUTORES: WWF España y GREFA
EDICIÓN: WWF España y GREFA
AÑO: dic. 2017 (D.L. 2015)
PÁGS.: 34

DESCARGAR EL DOCUMENTO EN:

Aviso de responsabilidad legal (de lectura y aceptación obligatoria por usted para que pueda descargar este u otros materiales del SISS).- Contribuya a un uso ético de Internet no modificando; no comercializando; ni alojando nuestro trabajo fuera de nuestra web. Además, divulgue los enlaces del SISS completos, no sus archivos o textos por separado. A cambio se le ofrece un trabajo gratuito. Si necesita entregar nuestros pdfs en mano a un individuo u organismo puede fotocopiarlos.

Guía breve, amena, sencilla de entender y de poner en práctica, y una delicia para los amantes de la naturaleza por las explicaciones y numerosas ilustraciones que ofrece sobre la fauna silvestre. La han presentado hoy, 16 de diciembre de 2017, WWF España y GREFA, resaltando que los controles naturales de plagas son “mucho más eficaces y baratos que pesticidas y venenos”. El Servicio de Información sobre Sensibilidad Química Múltiple y Salud Ambiental (SISS) desea destacar de ella los siguientes párrafos por su interés:

- “Un paisaje diversificado (árboles, lindes, setos…) es la mejor herramienta gratuita para el control biológico de plagas” (pág. 27).

- “La presencia de vegetación autóctona en las explotaciones agrarias (setos, sotos, isletas de vegetación, cubiertas vegetales o incluso arbolado disperso), así como de determinadas construcciones o elementos tradicionales (muretes de piedra seca, majanos, palomares, pallozas, etc.), es suficiente para proporcionar cobijo y alimento a los predadores naturales de las plagas” (pág 6).

- “Comparativa de los costes de control natural frente a plaguicidas químicos:

Los impactos ambientales y sobre la salud humana de los productos químicos son conocidos de sobra. Su sustitución por depredadores naturales, dentro de un plan de gestión integrada de la explotación, presenta además claras ventajas económicas. A modo de ejemplo se incluyen aquí algunos datos de cómo el control biológico de plagas supone un ahorro de gastos de explotación.

Un nido artificial para cernícalo vulgar o lechuza común tiene un precio aproximado de entre 25 a 30 euros. Si lo fabricamos nosotros mismos podemos reducir el coste a la mitad. Para instalarlo, es necesario contar con un poste elevado, un árbol o un edificio que nos permita colocar el nido a una altura aproximada de cuatro metros. En ecosistemas agrícolas altamente deforestados es recomendable instalar postes en las linderas de los cultivos. Cada poste, de unos 15 centímetros de diámetro, puede costar aproximadamente unos 25 euros. Por lo tanto, si nosotros mismos fabricamos los nidos e instalamos el poste, los gastos de material no superarán los 50 euros.

Para garantizar que nuestro cultivo quede protegido, la densidad óptima sería de un nido por cada 5 hectáreas, si bien se puede ampliar hasta uno cada 15-20 hectáreas (10 ha en el caso de alfalfa), dependiendo de las circunstancias y características de la explotación. En este caso un agricultor, con una parcela de 20 hectáreas, necesitaría instalar cuatro cajas nido sobre postes (si no cuenta con ningún árbol). La inversión sería aproximadamente de 200 euros, con una durabilidad de entre 10 a 15 años. Con un solo nido ocupado, una pareja de rapaces depredará sobre más de 700 roedores entre marzo y agosto, época de cría. Durante el resto del año, cada lechuza o cernícalo consumirá de 2 a 4 roedores al día.

Sin embargo, un agricultor con una parcela de la misma superficie, 20 hectáreas, que realice tratamientos con rodenticidas químicos deberá invertir entre 200 y 300 euros en comprar el producto, sin incluir los costes de su distribución y con un efecto que no superará el mes desde el inicio del mismo. Además, aquellos cultivos más susceptibles de sufrir daños por topillos o roedores deberán invertir unos 300 euros adicionales cada dos años, lo que supone aproximadamente un total de 4.500 euros en 15 años. Las cajas nido, en el mismo periodo de tiempo, habrán tenido un coste total de 200 euros” (págs. 27-28).

03 diciembre 2017

"VIVIR EN LOS MÁRGENES CON EL ACCESO DENEGADO": estado de la cuestión de la SQM y la EHS con numerosas citas bibliográficas (Ecopsychology. 2017. Peer-reviewed)


Portada de Ecopsychology, vol. 9, nº 2 (jun. 2017):
monográfico dedicado a las sensibilidades ambientales


INTRODUCCIÓN AL NÚMERO ESPECIAL SOBRE SENSIBILIDADES AMBIENTALES: VIVIR EN LOS MÁRGENES CON EL ACCESO DENEGADO
(“Introduction to the special issue on environmental sensitivities: living on the margins with access denied”)


DESCARGAR EL ARTÍCULO EN:

Aviso de responsabilidad legal (de lectura y aceptación obligatoria por usted para que pueda descargar este u otros materiales del SISS).- Contribuya a un uso ético de Internet no modificando; no comercializando; ni alojando nuestro trabajo fuera de nuestra web. Además, divulgue los enlaces del SISS completos, no sus archivos o textos por separado. A cambio se le ofrece un trabajo gratuito. Si necesita entregar nuestros pdfs en mano a un individuo u organismo puede fotocopiarlos.



Pamela Reed Gibson
Department of Psychology, James Madison University, Harrisonburg, Virginia

TRADUCCIÓN DEL INGLÉS Y NOTAS: María José Moya Villén

Ecopsychology, vol. 9, nº 2 (jun. 2017), p. 53-59

La gran contaminación de nuestro entorno contemporáneo ha dado lugar al aumento de la prevalencia de las enfermedades comunes y a la aparición de discapacidades menos conocidas y a menudo invisibles. El tema de las sensibilidades ambientales (SA) incluye a la sensibilidad química (SQ) y la electrohipersensibilidad (EHS). Existe mucha confusión y desacuerdo respecto a los términos, pero muchos usan el genérico de enfermedad ambiental, mientras se refieren a la sensibilidad química como sensibilidad química múltiple (SQM) y a la electrohipersensibilidad simplemente como eletrosensibilidad (ES).

Estos problemas, ignorados en gran medida por las disciplinas tradicionales en una sociedad que ha generado un mundo "fabricado" (Shepard, 1998), son el alimento adecuado para la Ecopsicología, un campo que es fundamentalmente interdisciplinario por abordar el medio ambiente, las ciencias biológicas, las políticas ambientales y sociales, y las relaciones o no de la gente con su entorno. Ninguna disciplina ha reivindicado las investigaciones sobre las SA, lo que a menudo significa que no tienen un hogar propio en absoluto. Por ejemplo, mi propia investigación en esta área a menudo se ha evaluado de valiosa aunque más publicable "en una revista diferente".

La revista Ecopsychology es lo suficientemente amplia para abarcar tanto la solidez de la rigurosa ciencia occidental como la experiencia holística personal (Kahn, 2013). Este vasto alcance se refleja en este número, que incluye artículos que van desde lo sumamente técnico a lo histórico y a lo intensamente personal. En este número afrontamos los conflictos tecnológicos, los efectos sobre la salud, las repercusiones sobre la vida y las a veces míticas travesías humanísticas tan relevantes para los problemas de salud que han sido "desimbolizados" o "deslingüistificados" (Fisher, 2012). Porque estas afecciones sin hogar académico pueden ser conceptualizadas como enfermedades, discapacidades, obstáculos, escollos culturales y tecnológicos, e incluso llamadas a la aventura. Andy Fisher dice que "el trabajo de la Ecopsicología es plasmar y describir la destreza del ser humano en esta tierra" (p. 97). Agradezco al director y a los editores de Ecopsicología por acoger este entronque aquí. En esta introducción repasaré los síntomas, los desencadenantes y los impactos en la vida que causan estas sensibilidades para después presentar los artículos que incluye este número.

La sensibilidad química (SQ) atañe a las personas que tienen reacciones negativas a los químicos en el aire ambiente que oscilan desde leves a incapacitantes. Estos químicos cotidianos, tolerados por quienes no padecen sensibilidades, incluyen disolventes, gases de escape, perfumes, productos químicos de limpieza, detergentes y muchos otros. Las reacciones sintomatológicas descritas más comúnmente es a los plaguicidas, el formaldehído, la pintura recién pintada, la moqueta nueva, el gas de escape de los motores diésel, el perfume y los ambientadores (Gibson y Vogel, 2009). Los síntomas pueden afectar a cualquier sistema de órganos incluido el respiratorio, el digestivo, el neurológico, el endocrino, el cardiovascular u otros. Aunque es posible una gran cantidad de síntomas, cinco de los que se notifican más comúnmente son el cansancio/letargo, la dificultad para concentrarse, los dolores musculares, los problemas de memoria, y la fatiga de larga duración (Gibson y Vogel, 2009). La sensibilidad al ruido, aunque no se ha investigado tanto como la sensibilidad a los productos químicos, a menudo acompaña a la afección (Viziano et al., 2017). Y Nordin y Nordin (2016) encontraron una prevalencia elevada del insomnio y la somnolencia diurna en quienes padecen sensibilidad química y al ruido, comparados con los controles (Nordin y Nordin, 2016).

La electrohipersensibilidad (EHS) puede ocurrir con o sin SQ e incluye reacciones de enfermedad a los campos electromagnéticos de electrodomésticos, ordenadores, líneas eléctricas, iluminación fluorescente, teléfonos inteligentes [smartphones] y equipos médicos -1-. Las personas con EHS informan de síntomas que afectan a una serie de sistemas/partes del cuerpo que incluyen el SNC -2- (depresión, problemas de concentración/atención, fatiga, estrés, etc.), la piel (irritación, enrojecimiento, inflamación, etc.), la cabeza (dolor de cabeza, migraña, dolor en la cabeza, problemas oculares), los sistemas auditivo y vestibular (presión, dolor, zumbido en los oídos, náuseas, etc.), el musculoesquelético (dolor o debilidad muscular, dolor en las articulaciones o la espalda, etc.) y el cardiovascular (dolor torácico, palpitaciones, mareo, etc.). También informaron de efectos alérgicos (alergias, asma, tos, etc.) y sensoriales (alteración del olfato o del gusto, desorientación, etc.) (Hojo et al., 2016). Las fuentes de malestar en el estudio de Hojo et al., en orden descendente de riesgo, abarcaron los electrodomésticos, las torres de telecomunicaciones, la iluminación fluorescente, los teléfonos móviles, los televisores, los transmisores de televisión y radio, los hornos microondas y las líneas eléctricas. Los electrodomésticos enumerados como los más problemáticos fueron los frigoríficos/congeladores, las aspiradoras, los aparatos de aire acondicionado, los secadores de pelo, las lavadoras y las secadoras.

A causa de la ubicuidad de la contaminación química y electromagnética, las personas con estas sensibilidades tienen problemas para acceder a la sociedad actual. Debido a su necesidad de evitar exposiciones y a la exclusión resultante que ello supone de los recursos, la magnitud del perjuicio y del trauma para quienes experimentan estos mecanismos de enfermedad y discapacidad ha superado con creces la capacidad de la civilización industrial para encarar las necesidades de las personas cuyos cuerpos han respondido a la sociedad actual con su caída intensa y rápida tras cubrir nuestros espacios habitables con tecnología nueva, tóxica y no testada. Aunque algunas personas con sensibilidades pueden crear espacios seguros en los que vivir e interactuar con otras, o dentro de los que trabajar y posiblemente ser alojadas, la mayoría de las que presentan grados de enfermedad moderados o graves son marginadas de sus propias comunidades y sociedad. He tratado con más detalle en otras investigaciones sobre cómo la sociedad excluye el trasfondo de este mensaje de que hemos ido demasiado lejos con la tecnología dañina (Gibson, 2016a, 2016b) y cómo a medida que nos acercamos a los días del pico del petróleo -3- (aunque algunos creen que ya estamos ahí) quienes están sensibilizados a la química y al “electrosmog” tienen que hacer esfuerzos y desarrollar técnicas especiales, tan sólo para sobrevivir (Gibson, 2015). La "larga emergencia" (Kuntsler, 2005), durante la que hemos previsto sobrevivir al tumultuoso cambio desde una economía basada en la petroquímica a una que sea sostenible, puede haberse vuelto más breve ahora con la presidencia de Donald Trump en 2017 y su designación de industriales multimillonarios como miembros de su gabinete. Son tiempos inciertos cuando menos.

Para la SQ, los estudios de prevalencia subrayan por sí solos la grave naturaleza de la afección. Estudios de población de Suecia (Andersson et al., 2008; Johansson et al., 2005), Dinamarca (Berg et al., 2008), Alemania (Hausteiner et al., 2005), Corea (Jeong et al., 2014) y los Estados Unidos (Caress y Steinemann, 2003) han encontrado tasas de prevalencia de entre el 4 % y el 33 %, dependiendo de la formulación de la pregunta del estudio. Los estudios generalmente hayan que el 12-16 % de la población informa que enferma por exposiciones a múltiples químicos del ámbito cotidiano. Las personas que se ven tan gravemente afectadas que enferman todos los días parecen componer el 3,9 % de la población de los EE. UU. (Meggs et al., 1996).

La electrohipersensibilidad se estima que acontece a entre el 1,5 % y el 3,5 % de las personas en diversos países, salvo en Taiwán, donde la estimación es del 13.3 % (Johansson, 2015). Hojo et al. (2016) estiman, a partir de su trabajo, que entre el 3 % y el 4,6 % de la población japonesa puede sufrir EHS. Johansson (2006) ve a la EHS como "un tipo de daño por radiación ya que los cambios celulares que se observan son muy similares a los que se encontrarían en el tejido sometido a la luz UV -4- o a la radiación ionizante" (p. 250).


REPERCUSIONES EN LA VIDA

Las repercusiones de ambas afecciones en la vida incluyen el aislamiento riguroso; la pérdida de trabajo (Gibson y Lindberg, 2007); la falta incluso de revisiones médicas, por no hablar de tratamiento (Gibson, Leaf y Komisarcik, 2016); y la falta de acceso a recursos que otros dan por sentado como los juzgados, las bibliotecas, los restaurantes, las universidades e incluso los consultorios médicos (Gibson et al., 2011). A causa de las dificultades para el acceso a los sitios, las personas con SA se ven privadas de espacios en los que desarrollar y mantener relaciones, incluso a menudo las de la familia (Gibson et al., 2011).

Como cabe esperar, el empleo sufre una vez que la persona desarrolla sensibilidades. Constantemente encontramos en mi laboratorio (a menos que solicitemos participantes que trabajen), que dos tercios de quienes participan en los estudios se encuentran desempleados (Gibson, Cheavens y Warren, 1996; Gibson, Kovach y Lupfer, 2015). A menudo se les deniegan las adaptaciones que solicitan, el acoso laboral es corriente, las personas se ven a menudo forzadas a abandonar el lugar de trabajo (Gibson y Lindberg, 2007) y las quejas a la EEOC -5- rara vez se resuelven a favor del trabajador con sensibilidades (Vierstra, Rumrill, Koch y McMahon, 2007). El acoso laboral, notificado por el 41 % de las personas con SA que estaban trabajando en ese momento y el 73 % de aquellas que habían trabajado pero se habían quedado sin empleo, fue particularmente atroz e incluyó vergonzosas situaciones, exponiendo intencionadamente al trabajador con SQ a sustancias que son desencadenantes, aislándolo, e incluso agrediéndolo. Una vez expulsados del lugar de trabajo, los ex trabajadores informaron que tenían un ingreso medio personal de 12.000 $ (Gibson y Lindberg, 2007).

La mayoría de las instalaciones médicas y odontológicas, incluidas las residencias de ancianos, son zonas vedadas para aquellos con sensibilidades moderadas o graves. Una participante en mi investigación tuvo que someterse a los exámenes ginecológicos en su automóvil, en un estacionamiento al aire libre, porque la instalación era inaccesible para ella. Muchos informan que evitan la atención médica, o la dental, hasta que se presenta una emergencia absoluta porque los efectos de entrar en las consultas son muy negativos para ellos. La anestesia, en particular, es descrita como de efectos duraderos y muy negativos, con más de la mitad de las personas que recibieron anestesia general informando de efectos negativos y más de un tercio con efectos de más de una semana (Gibson et al., 2015). Los médicos carecen de formación y experiencia y se muestran incrédulos respecto a las sensibilidades; la mayoría sólo rara vez, o nunca, considera los productos químicos como fuentes de enfermedad y solo el 6 % informa que tiene un protocolo de tratamiento para la SQ (Gibson y Lindberg, 2011). Aun así las personas con sensibilidades buscan ayuda médica en la medida que 917 personas con SQ informaron que habían visto una media de 12 médicos y empleado un tercio de sus ingresos anuales en gastos médicos (Gibson, Elms y Ruding, 2003). Aunque los participantes probaron muchas terapias individuales, las actuaciones consideradas más útiles fueron crear un espacio seguro para vivir (libre de químicos), la evitación de sustancias químicas, y la oración -6-. Cuando se evitan las exposiciones (en caso de que esto sea posible realmente para el sujeto), la salud de la persona mejora. Si la evitación no es posible, la trayectoria de la enfermedad continúa y se produce la enfermedad de un órgano diana -7-. Una vez que la persona se encuentra en una trayectoria negativa su salud tiende a seguir deteriorándose (Gibson y Vogel, 2009) lo que argumenta a favor de que haya un mejor conocimiento de, e intervención temprana en las SA.

Aunque a todo el mundo le gustaría evitar los hospitales y las residencias de ancianos, quienes padecen de sensibilidades rara vez pueden ni siquiera considerar acceder a ellos debido a la presencia de pesticidas; limpiadores agresivos; fragancias de otras personas; y frecuencias electromagnéticas del equipo médico, la iluminación fluorescente y el wifi (Gibson et al., 2011). De hecho, los mayores temores expresados por las participantes de nuestro estudio con entrevistas a mujeres mayores de 65 años con SA fueron las emergencias médicas y las residencias de ancianos (Gibson, Horan y Billy, 2016).

En cuanto a la atención médica para la EHS es casi inexistente. Los participantes en el estudio de Hojo y colegas (2016) con EHS indicaron que pocos médicos tenían conocimiento de la dolencia, y la mayoría no fueron capaces de ayudarles. Los participantes en los estudios cualitativos de mi laboratorio habían sido etiquetados con enfermedades mentales por decir que podían notar olores que otros no pueden y por tener sensibilidad al electrosmog (Gibson, 2016a).

El acceso a la colectividad, incluyendo a parques, bibliotecas, tiendas y escuelas, es deficiente sin duda para quienes padecen EHS debido a -8- los pesticidas, las fragancias de otras personas, los sistemas petroquímicos de las calefacciones y las exposiciones electromagnéticas. Muchos no pueden entrar en los supermercados, otros contienen la respiración el mayor tiempo posible mientras corren en busca de unos pocos artículos con la esperanza de entrar y salir de allí sin enfermar (Gibson, 2010). Algunas personas se ven obligadas a vivir prácticamente confinadas en su casa, con ocasionales salidas a la tienda ecológica y/o al médico, debido a la gran cantidad de exposiciones que tendrían si salieran y al peligro de daño que esto supondría para su salud. De hecho, la entrada a los lugares parece ser el mayor límite que tienen aquellos con sensibilidades, pues es necesaria para la interacción en persona con otros para cualquier propósito. Para que las relaciones se produzcan, las personas deben compartir espacio. Aunque en mi estudio sobre el acceso a la colectividad, la mayoría de afectados lo intentó en el mejor de los casos -lo que incluyó esquivar parques fumigados-, rara vez pudieron acceder a los domicilios de los amigos y la familia, y no les fue posible cursar estudios superiores (Gibson, 2010). Incluso su propio hogar puede contaminarse debido a la pulverización de insecticidas alrededor o a los productos químicos de la colada de un vecino. Si los afectados sufren una gran exposición que deteriore su salud, incluso una casa previamente tolerada puede volverse inviable. Por esto y por la humilde situación financiera que presentan, no es infrecuente la falta de vivienda entre aquellos con SA, de la que una quinta parte informa haber carecido un tiempo (Gibson et al., 2015).

A menudo se indica que la calidad de vida de quienes padecen sensibilidades es mala. Kristofferzon y Ternesten-Hasséus (2013) hallaron que la gente con hiperreactividad sensorial (HRS) -una forma de SQ que imita al asma o a la alergia-, informó de una baja calidad de vida en el Perfil de Salud de Nottingham -9- (NHP) y en el Cuestionario de Salud SF-36 -10- (SF-36), comparado con los grupos de referencia. En una investigación en mi propio laboratorio, las personas con SQ puntuaron particularmente bajo en las áreas de Ambiente Social y Ambiente Profesional de la Escala de Adaptación Psicosocial a la Enfermedad -11- (PAIS) (Derogatis, 1986; Gibson, 2014), con puntuaciones PAIS totales más altas (y por tanto peores) que se correlacionan negativamente con los ingresos económicos y positivamente con la gravedad de la enfermedad pero no con su duración. Las personas con sensibilidad ambiental también puntúan bajo en la Escala de Satisfacción con la Vida -12- (SWLS); y más bajo que cualquier otro grupo de referencia publicado, excepto el de dolor crónico intratable y el de esclerosis lateral amiotrófica, en el Perfil de Impacto de la Enfermedad -13- (SIP) (Gibson y Vogel, 2009).

Esta menor calidad de vida puede manifestarse en modificaciones en la personalidad. Mis colegas y yo hayamos que las modificaciones en la personalidad de las personas con SQ tuvieron que ver con la pérdida de su identidad familiar, la pérdida de su posición en la sociedad, la tensión por suprimir sus emociones para satisfacer las expectativas de los demás, el tener que rediseñar su proyecto de vida, el verse obligadas a crecerse ante la adversidad, el tener problemas para tener apoyo, el descubrir su yo espiritual, y el reforzamiento de la personalidad (Gibson, Placek, Lane, Brohimer y Lovelace, 2005). Algunas personas se desmoronaron por completo con la experiencia, mientras que otras sintieron que habían crecido personalmente, y encontraron sus verdaderas relaciones y satisfacción en ayudar a los demás (reforzamiento de la personalidad).

Aunque entre las personas con SA no hay estudios definitivos sobre suicidio, los casos anecdóticos son comunes, y en nuestro estudio sobre el impacto en la vida de 305 personas, mis colegas y yo encontramos que el 3,3 % había intentado suicidarse y el 8,2 % había elaborado un plan (Gibson et al., 1996).


INVESTIGACIÓN MÉDICA

La investigación y obra sobre las SA han incluido estudios con cámaras -14-, donde los participantes han sido expuestos a sustancias químicas controladas; estudios con encuestas; series de casos; e historias personales. Extensos informes han resumido el estado de la ciencia sobre la SQ (Bascom, 1989) y la electrohipersensibilidad (Informe Bioinitiative, 2007). Los estudios publicados proceden de múltiples países, aunque su difusión no es proporcional a la amplitud e importancia del problema. Algunas de las controversias giran alrededor de la presencia de algunos signos de depresión y ansiedad en personas con sensibilidades, sin embargo, estos síntomas no son mayores que en personas con alergias y otras enfermedades crónicas (Bloch y Meggs, 2007).

Se han observado algunos efectos fisiológicos concretos en pruebas de estimulación y en estudios de exposición diaria en tiempo real. Mizukoshi et al. (2015) encontraron correlación entre la exposición a compuestos orgánicos volátiles en la vida cotidiana y cambios en la frecuencia cardíaca medida en monitores Holter para personas con SQ. Orriols et al. (2009) encontraron una disminución en el flujo sanguíneo de varias áreas del cerebro en una prueba de estimulación en la que los participantes fueron expuestos a cantidades controladas de sustancias químicas mientras se encontraban en cámaras. Además, los estudios han encontrado síntomas neuro-oftalmológicos (Ishikawa y Miyata, 2000), peculiaridades en el sistema nervioso autónomo (Andersson, Claeson, Dantoft, Skovbjerg y Nordin, 2016), sensibilidad al ruido e hiperacusia de origen en el SNC (en ausencia de daño del sistema auditivo periférico) (Viziano et al., 2017), y mal funcionamiento en el procesamiento vestibular (Micarelli et al., 2016) en la SQ. Y aunque los hallazgos son preliminares, Alessandrini et al. (2016) creen haber descubierto un posible patrón metabólico de excitación en la corteza olfativa de personas con SQ, durante el estado de reposo, en comparación con los controles.

Respecto a las personas con EHS a menudo manifiestan migración de mastocitos a la dermis superior, donde se degranulan, causando reacciones inflamatorias cuando están expuestas a bajos niveles de CEM (Johansson, 2006). Belpomme, Campagnac e Irigaray (2015) encontraron inflamación, estrés oxidativo, autoinmunidad, permeabilidad de la barrera hematoencefálica (BHE) y un déficit de melatonina en personas con EHS. Los autores plantean la hipótesis de que un círculo vicioso de hipoperfusión cerebral, entrada de sustancias químicas inflamatorias en el cerebro a través de una BHE alterada (neuroinflamación) y estrés oxidativo y nitrosativo, colocan al sujeto en una situación vulnerable. Belpomme et al. señalan que Gangi y Johansson ya habían propuesto la liberación de histamina de los mastocitos en la EHS y que Martin Pall había propuesto el modelo NO/ONOO de estrés nitrosativo para la SQM.

Los críticos declaran que no existen pruebas de la sensibilidad química o eléctrica porque no hemos encontrado el mismo sustrato biológico en todas las personas que las experimentan. Belpomme et al. (2015) hallaron diferencias biológicas en personas con sensibilidades (citadas anteriormente), pero cada diferencia afectaba solo a una minoría de participantes (aunque una minoría sustancial); y los afectados de SQ fueron integrados con los de EHS, aunque entre los grupos puedan existir algunas diferencias. Hace años estuve hablando con una mujer que había desarrollado SQM por trabajar continuadamente con papel autocopiativo en su trabajo de oficina. De hecho, un gran número de personas de esa oficina había enfermado. Los trabajadores fueron a varios médicos de medicina ambiental u ocupacional en los Estados Unidos, y a la mayoría se les hicieron escáneres SPECT para llevar a los tribunales como prueba del daño neurológico. Los resultados de los escáneres, al parecer, fueron casi exactamente idénticos, y recuerdo que pensé: "porque esta es la firma química del tolueno (presente en el papel autocopiativo) en el cerebro humano". Por tanto, es posible que se pueda encontrar un sustrato biológico en el caso de daño por la misma exposición química a varias personas. Sin embargo, las diversas clases de sustancias químicas implicadas en la fase de inducción (o causal) de las sensibilidades marcan al cuerpo de formas diferentes que no se pueden presentar de manera "estándar" en la investigación.


CONTEXTOS TECNOLÓGICOS

Muchos culpan a la industrialización desenfrenada del inicio de una serie de problemas de salud crónicos y graves. Existen pruebas sólidas de la relación de los tóxicos con una serie de enfermedades consolidadas. Por ejemplo, ya no se cuestiona si los pesticidas y herbicidas causan la enfermedad de Parkinson, sino sólo bajo qué condiciones se desarrolla con más avidez y qué factores de protección existen (Allen & Levy, 2013). Cáncer (Carozza, Li, Elgethun y Whitworth, 2008; Gray, 2010), endometriosis (Ballweg, 1995), problemas de aprendizaje infantil (Gilbert, 2008) e incluso obesidad (Holtcamp, 2012) pueden ser causados o exacerbados por los tóxicos.

Chalquist (2009) ha enfatizado sobre la importancia de un sentido de "lugar" dentro del que desarrollar nuestras relaciones con la naturaleza, y Sampson (2012) concibe nuestra conexión al sitio como algo crucial para introducir y mantener a los humanos en la naturaleza, pero esto se le niega a muchas personas con SA. Gran parte de la sociedad occidental no entiende que ello suponga un impedimento para abordar la situación. Shepard (1998) dijo: "Para cuando la base de la subsistencia de los recursos físicos empiece a mostrar signos de retraimiento excesivo, algunos procesos de comportamiento puede que estén tan distorsionados que el grupo carezca de flexibilidad para realizar cualquier ajuste" (p. 94). Quiero enfatizar que estos procesos incluyen, o al menos acompañan cambios en el estado de salud como resultado de nuestra destrucción de, y aislamiento de, la naturaleza. Y cuanto menos podemos conectarnos con la naturaleza y compartirla con nuestros niños, más sustituimos lo irreal por lo real [sic] -15- (compramos, poseemos, "dominamos" a la tierra y a los demás). En algún momento puede que no quede nadie que recuerde cómo vivir en solidaridad con la tierra o cómo enseñárselo a otros. Kahn (2011) dice que el fenómeno psicológico de la amnesia ambiental generacional nos destruirá a todos, en ausencia de señales de alerta extremas que nos avisen. Quizás el surgir de la rebelión de los cuerpos en forma de reacciones llamativas a la tecnología química y a la de las ondas eléctricas, y los cambios de vida inherentes y profundos que genera, podrían constituir como un despertar necesario. El cuerpo tiene conocimientos que la mente adicta -16- ha olvidado ¡Si tan sólo supiéramos escuchar!.


ESTE NÚMERO -17-

Que las personas hayan desarrollado SQ, además de daño en órganos diana, como resultado de varios desastres famosos -18- resalta la importancia de comprender los efectos en la gente de las exposiciones químicas a gran escala y necesita una respuesta más honesta y bien planeada ante ello. -*-

Desafortunadamente, en lugar de escuchar a quienes han experimentado la pérdida de su salud en situaciones extremas como la Guerra del Golfo, o el 9/11, el sistema las ignora y sigue adelante con un uso de sustancias químicas incluso mayor. Pasaron años antes de que hubiera algún reconocimiento del síndrome de la Guerra del Golfo, y muchos murieron sin compensación alguna ni ayuda médica por su enfermedad. En el caso [de la remodelación] del Waterside Mall, la EPA ignoró a sus propios trabajadores; pero los científicos a veces son difíciles de silenciar, y Hirzy y Morison (1989) relacionaron el nivel de 2,4-ciclohexano del reverso de la moqueta de este centro comercial con el número de quejas recibidas para cada área, lo que mostró una correspondencia positiva y sólida entre las quejas de salud y el solvente. Algunos empleados pasaron a trabajar en casa debido a la discapacidad, y algunos murieron de aneurismas cerebrales u otros incidentes neurológicos (comunicación personal).

Irónicamente, este funcionamiento inhumano de la sociedad moderna que desvincula a la gente de un sentido del lugar, natural o artificial, al final hace huir a muchos "de vuelta a donde una vez pertenecieron" por citar a los Beatles. Las personas al tener SA pueden experimentar a veces un cambio de conciencia, procesando la devastación a la que se ha llegado, además de anhelando y a veces encontrando esa conexión natural que puede que sea todo lo que realmente importa. -*-

Desafortunadamente, [en los Estados Unidos] falta el reconocimiento de, y la financiación para las SA. A pesar del gran interés y del considerable trabajo inicial respecto a los posibles mecanismos de la SQ, la acogida de la enfermedad no ha avanzado. -*-

Aunque espero que los años de investigación en mi laboratorio sobre el impacto de las SA en las vidas de quienes las padecen haya despertado al menos cierta conciencia de los obstáculos que enfrentan las personas con estos problemas, las historias personales son capaces de dar vida al mundo alterado de quienes se ven obligados a lidiar con estos retos. Tres libros de historias personales destacan la difícil situación de las personas limitadas por la SQ en particular: Johnson, 2000; McCormick, 2001; y Zwillinger, 1997. -*-

En nuestro estudio con Teoría Fundamentada -19- sobre las necesidades médicas no cubiertas de quienes padecen SA (Gibson, Leaf, et al., 2016), una de las categorías que surgieron fue la de que los afectados eran encuadrados dentro de paradigmas existentes, como consecuencia de profesionales sin experiencia o conocimientos respecto a las sensibilidades, proclives a orientar a los pacientes hacia tratamientos existentes creados para otras enfermedades, que no solo no albergaban ninguna posibilidad de eficacia para las sensibilidades, sino que a menudo producían daño iatrogénico. Incluso el uso de mascarilla para acudir a una evaluación médica, o la afirmación de poder oler o notar lo que otros no pueden, a menudo es suficiente para que el paciente se granjee una etiqueta psiquiátrica de un profesional de la salud mental (Gibson, 2016a). -*-

Para ser realistas, tendremos que llegar más lejos y más extenso de lo que es el terreno de la Ecopsicología con el fin de que ocurra el cambio. Para un verdadero cambio tendremos que rescatarnos a nosotros mismos de nuestro reprobable estado de inmadurez ontogenética, que Paul Shepard (1998) describe tan ingeniosamente. Perdidos en un sueño de dominación destruimos la tierra, y nuestra salud va detrás. Nuestros cuerpos intentan despertarnos de lo que Fisher (2012) describe como, tener nuestras "necesidades percibidas" manipuladas por un sistema capitalista. Ward Churchill (1993) nos reta a descolonizarnos a nosotros mismos de los aspectos destructivos de nuestra propia cultura occidental en lugar de trabajar como tecnócratas durante la semana y pretender ser nativos los días de descanso. Si sabemos escuchar, recordar y conectar, tal vez no necesitemos pretender ser otros más que nosotros mismos.


REFERENCIAS

-Alessandrini M., Micarelli A., Charavalloti A., Bruno E., Danieli R., Pierantozzi M., Genovesi G., Öberg J., Pagani M., Schillaci O. (2016). Involvement of subcortical brain structures during olfactory stimulation in multiple chemical sensitivity. Brain Topography, 29, 243-252.
-Allen M. T., Levy L. S. (2013). Parkinson’s disease and pesticide exposure—A new assessment. Critical Reviews in Toxicology, 43, 515-534.
-Andersson L., Claeson A., Dantoft T. M., Skovbjerg S., Lind N., Nordin S. (2016). Chemosensory perception, symptoms and autonomic responses during chemical exposure in multiple chemical sensitivity. Internal Archives of Occupational and Environmental Health, 89, 79-88.
-Andersson L., Johansson A., Millqvist E., Nordin S., Bende M. (2008). Prevalence and risk factors for chemical sensitivity and sensory hyperreactivity in teenagers. International Journal of Hygiene and Environmental Health, 211, 690-697.
-Ballweg M. L. (1995). The endometriosis sourcebook. Chicago, IL: Contemporary Books.
-Bascom R. (1989). Chemical hypersensitivity syndrome study. Prepared at the request of the State of Maryland, Department of the Environment, in response to 1988 Maryland Senate Joint Resolution 32.
-Belpomme D., Campagnac C., Irigaray P. (2015). Reliable disease biomarkers characterizing and identifying electrohypersensitivity and multiple chemical sensitivity as two etiopathogenic aspects of a unique pathological disorder. Reviews on Environmental Health, 30, 251-271.
-Berg N. D., Linnegarg A., Dirksen A., Elberling J. (2008). Prevalence of self-reported symptoms and consequences related to inhalation of airborne chemicals in a Danish population. International Archives of Occupational and Environmental Health, 81, 881-887.
-BioInitiative Report. (2007, 31 de agosto). BioInitiative report: a rationale for a biologically based public exposure standard for electromagnetic fields (ELF and RF). BioInitiative Working Group. Retrieved from www.bioinitiative.org
-Bloch R. M., Meggs W. J. (2007). Comorbidity patterns of self-reported chemical sensitivity, allergy, and other medical illnesses with anxiety and depression. Journal of Nutritional & Environmental Medicine, 16, 136-148.
-Caress S., Steinemann A. (2003). A review of a two-phase population study of multiple chemical sensitivities. Environmental Health Perspectives, 111, 1490-1497.
-Carozza S. E., Li B., Elgethun K., Whitworth R. (2008). Risk of childhood cancers associated with residence in agriculturally intense areas in the United States. Environmental Health Perspectives, 116, 559-565.
Chalquist C. (2009). Ecotherapy research and a psychology of homecoming. En: L. Buzzell, C. Chalquist (eds.), Ecotherapy: healing with nature in mind (pp. 69-82). San Francisco, CA: Sierra Club Books.
-Churchill W. (1993). Indians are us?: culture and genocide in Native North America. Monroe, ME: Common Courage Press.
-Derogatis L. R. (1986). The Psychosocial Adjustment to Illness Scale (PAIS). Journal of Psychosomatic Research, 30, 77-91.
-Evans J. (2010). Chemical and electrical hypersensitivity: a sufferer’s memoir. Jefferson, NC: McFarland & Company.
-Fisher A. (2012). What is ecopsychology? A radical view. En: P. H. Kahn jr., P. H. Hasbach (eds.), Ecopsychology: science, totems and the technological species (pp. 79-114). Cambridge, MA: MIT Press.
-Gibson P. R. (2010). Of the world but not in it: barriers to community access and education for persons with environmental sensitivities. Health Care for Women International, 31, 3-16.
-Gibson P. R. (2014). Life indicators, illness characteristics and psychosocial concomitants of self-reported multiple chemical sensitivity: a two-year longitudinal study. Journal of Nursing Education and Practice, 4, 204-216.
-Gibson P. R. (2015). Surviving with environmental sensitivities in the long emergency. Ecopsychology, 7, 224-230.
-Gibson P. R. (2016a). The hidden marginalization of persons with environmental sensitivities. Ecopsychology, 8, doi:10.1089/eco.2016.0003
-Gibson P. R. (2016b). Extruded: a review of the life impacts of environmental sensitivities. Internal Medicine Review, 2, doi:10.18103/imr.v0i2.63
-Gibson P. R., Cheavens J., Warren M. L. (1996). Multiple chemical sensitivity/environmental illness and life disruption. Women & Therapy, 19, 63-79.
-Gibson P. R., Elms A. N. M., Ruding L. A. (2003). Perceived treatment efficacy for conventional and alternative therapies reported by persons with multiple chemical sensitivity. Environmental Health Perspectives, 111, 1498-1504.
-Gibson P. R., Horan M. C., Billy J. (2016). Women growing older with environmental sensitivities: a grounded theory model of meeting one’s needs. Health Care for Women International, 37, 1289-1303.
-Gibson P. R., Kovach S., Lupfer A. (2015). Unmet healthcare needs for persons with environmental sensitivity. Journal of Multidisciplinary Healthcare, 8, 59-66.
-Gibson P. R. Leaf B., Komisarcik V. (2016). Unmet medical care needs in persons with multiple chemical sensitivity: a grounded theory of contested illness. Journal of Nursing, Education, and Practice, 6, 75-83.
-Gibson P. R., Lindberg A. (2007). Work accommodation for people with multiple chemical sensitivity. Disability & Society, 22, 717-732.
-Gibson P. R., Lindberg A. (2011). Physicians’ perceptions and practices regarding patient reports of chemical sensitivity. ISRN Nursing, 2011, doi:10.5402/2011/838930
-Gibson P. R., Placek E., Lane J., Brohimer S. O., Lovelace A. C. E. (2005). Disability induced identity changes in persons with multiple chemical sensitivity. Qualitative Health Research, 15, 502–524.
-Gibson P. R., Sledd L. G., McEnroe W. H., Vos A. P. (2011). Isolation and lack of access in multiple chemical sensitivity: a qualitative study. Nursing & Health Sciences, 13, 232-237.
-Gibson P. R., Vogel V. M. (2009). Sickness related dysfunction in persons with self-reported multiple chemical sensitivity at four levels of severity. Journal of Clinical Nursing, 18, 72-81.
-Gilbert S. G. (2008). Scientific consensus statement on environmental agents associated with neurodevelopmental disorders. Developed by the Collaborative on Health and the Environment’s Learning and Developmental Disabilities Initiative February 20, 2008.
-Gray J. (2010). State of the evidence: what is the connection between the environment and breast cáncer? (6th ed.) San Francisco, CA: Breast Cancer Action
-Hausteiner C., Bornschein S., Hansen J., Zilker T., Förstl H. (2005). Self-reported chemical sensitivity in Germany: a population-based survey. International Journal of Hygiene and Environmental Health, 208, 271-278.
-Hirzy J., Morison R. (1989, octubre). 4-Phenylcyclohexane/carpet toxicity: the EPA headquarters case. Paper presented at the Annual Meeting of the Society for Risk Analysis, San Francisco, CA.
-Hojo S., Tokiya M., Mizuki M., Miyata M., Kanatani J., Takagi A.,… Kumano H. (2016). Development and evaluation of an electromagnetic hypersensitivity questionnaire for Japanese people. Bioelectromagnetics, 37, 353-372.
-Holtcamp W. (2012). Obesogens: an environmental link to obesity. Environmental Health Perspectives, 120, A63-A68.
-Ishikawa S., Miyata M. (2000). Chemical sensitivity and its clinical characteristics in Japan. Asian Medical Journal, 43, 7-15.
-Jeong I., Kim I., Park H. J., Roh J., Park J. (2014). Allergic diseases and multiple chemical sensitivity in Korean adults. Allergy, Asthma, and Immunology Research, 6, 409-414.
-Johansson A., Brämerson A., Millqvist E., Nordin S., Bende M. (2005). Prevalence and risk factors for self-reported odour intolerance: the Skövde population-based study. International Archives of Occupational and Environmental Health, 78, 559-564.
-Johansson O. (2006). Electrohypersensitivity: state-of-the-art of a functional impairment. Electromagnetic Biology and Medicine, 25, 245-258.
-Johansson O. (2015). Electrohypersensitivity: a functional impairment due to an inaccessible environment. Reviews of Environmental Health, 30, 311-321.
-Johnson A. (2000). Casualties of progress: personal histories from the chemically sensitive. Brunswick, ME: MCS Information Exchange.
-Kahn P. H. jr. (2011). Technological nature: adaptation and the future of human life. Cambridge, MA: MIT Press.
-Kahn P. H. jr. (2013). The next phase for Ecopsychology: ideas and directions. Ecopsychology, 5, 163-166.
-Kristofferzon M. L., Ternesten-Hasséus E. (2013). A study of two generic health-related quality of life questionnaires (Nottingham Health Profile and Short-Form 36 Health Survey) and of coping in patients with sensory hyperreactivity. Health and Quality of Life Outcomes, 11, doi:10.1186/1477-7525-11-182
-Kuntsler J. H. (2005). The long emergency: surviving the end of oil, climate change, and other converging catastrophes in the twenty-first century. New York: Grove Press.
-McCormick G. (2001). Living with multiple chemical sensitivity; Narratives of coping. Jefferson, NC: McFarland.
-Meggs W. J., Dunn K. A., Bloch R. M., Goodman P. E., Davidoff A. L. (1996). Prevalence and nature of allergy and chemical sensitivity in a general population. Archives of Environmental Health, 51, 275-282.
-Micarelli A., Viziano A., Micarelli E., Genovesi G., Bruno E., Alessandrini M. (2016). Deranged dimensionality of vestibular re-weighting in multiple chemical sensitivity. Applied Sciences, 6, 330.
-Mizukoshi A., Kumagai K., Yamamoto N., Noguchi M., Yoshiuchi K., Kumano H., Sakabe K., Yanagisawa Y. (2015). In situ real-time monitoring of volatile organic compound exposure and heart rate variability for patients with multiple chemical sensitivity. International Journal of Environmental Research and Public Health, 12, 12446-12465.
-Nordin M., Nordin S. (2016). Sleep and sleepiness in environmental intolerances: a population-based study. Sleep Medicine, 24, 1-9.
-Orriols R., Costa R., Cuberas G., Jacas C., Castell J., Sunyer J. (2009). Brain dysfunction in multiple chemical sensitivity. Journal of the Neurological Sciences, 287, 72-78.
-Sampson S. D. (2012). The topophilia hypothesis: ecopsychology meets evolutionary psychology. En: P. H. Kahn jr., P. H. Hasbach (eds.), Ecopsychology: science, totems and the technological species (pp. 23-53). Cambridge, MA: MIT Press.
-Shepard P. (1998). Nature and madness. Athens, GA: University of Georgia Press.
-Vierstra C. V., Rumrill P. D., Koch L. C., McMahon B. T. (2007). Multiple chemical sensitivity and workplace discrimination: The national EEOC ADA research project. Work, 28, 391-402.
-Viziano A., Micarelli A., Alessandrini M. (2017). Noise sensitivity and hyperacusis in patients affected by multiple chemical sensitivity. Internal Archives of Occupational and Environmental Health, 90, 189-196.
-Zwillinger R. (1997). The dispossessed: living with multiple chemical sensitivities. Paulden, AZ: The Dispossessed Project.

Dirección de correspondencia:
Pam Gibson
Department of Psychology
James Madison University
91 E. Grace St., MSC 7704
Harrisonburg, VA 22807
E-mail: pgibson93@gmail.com

Ecopsychology, vol. 9, nº 2 (jun. 2017):

Artículo original en inglés (pdf) en:


NOTAS A PIE DE PÁGINA DEL SISS

-1- Entre otros.

-2- SNC: Sistema Nervioso Central.

-3- Pico del petróleo (peak oil): también llamado pico petrolero, cénit petrolero o teoría del pico de Hubbert. Es el momento en que la producción de petróleo está llegando al punto de máxima producción (después de su crecimiento exponencial, desde su inicio en la Revolución Industrial), tras lo cual empezará a disminuir “inevitablemente” hasta su agotamiento (Universitat Oberta de Catalunya -UOC-). Se trata de una realidad aceptada desde hace tiempo, dado que el pico se habría corroborado actualmente para la mayor parte de los países que producen, o han producido, petróleo. No en vano, los combustibles fósiles son finitos y se están consumiendo a un ritmo muy superior al que la Naturaleza puede reponerlos. Paéz García señalaba ya en 2006 que “la principal característica del actual momento histórico es la dependencia humana del petróleo […]. La petroquímica está presente en nuestros hogares, centros de trabajo y entretenimiento, hospitales y escuelas, medios de transporte, campos, artículos de cocina y para el baño, juguetes, calzado, ropa, telas, muebles, electrónica, informática, empaques, materiales de construcción, medicamentos, cosméticos, perfumes, aislante para cables, recubrimientos, solventes, adhesivos, anticongelantes, hule para llantas, carburantes, pesticidas, fungicidas, colorantes, conservadores, complementos alimenticios, etc… (Chow, 1997). El cenit de la producción petrolera nos obligará a enfrentar […] el crecimiento exponencial de la especie humana en medios degradados y destruidos, o no aptos para la vida por sus condiciones ambientales, [debido a] la sustitución de la naturaleza [y] el reemplazo de la red de especies y servicios naturales por productos y energía derivados del petróleo”. Fuente: Páez García A. Para entender el siglo XXI: el cenit de la producción petrolera, la paradoja ecológica y la rematerializacion del mundo. En: Scripta Nova. Revista electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, vol. 10, n. 209 (2006). Disponible en: Universidad de Barcelona.

-4- Luz UV: luz ultravioleta.

-5- EEOC: Equal Employment Opportunity Commission (Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo, de los Estados Unidos -traducción del SISS. No oficial-).

-6- Esta última consideración puede sorprender a primera vista, pero debe entenderse contextualizada dentro de lo que las SA conllevan para el paciente y que este artículo indica: falta de apoyos, comprensión y atención sanitaria; sufrimiento cotidiano causado por la sintomatología; cambio drástico y brusco de estilo y calidad de vida; y múltiples pérdidas vitales (de trabajo, de ingresos, de proyectos de vida, de acceso a cualquier lugar…). Todas estas situaciones, además de despertar su conciencia sobre la contaminación química y electromagnética existente, puede provocar, o que se hunda, o que se crezca ante las dificultades, o que manifieste una introspección de tipo espiritual que le sirva de consuelo.

-7- Órgano diana: órgano que reacciona a un estímulo particular, sea físico o químico. El estímulo físico puede ser una enfermedad (por ej. el ictus hace reaccionar al sistema nervioso), o natural (por ej. la oxitocina hace reaccionar al útero, por ser la hormona que secretan las embarazadas para activar las contracciones uterinas del parto). En cuanto al estímulo químico (que es a lo que se refiere el artículo que nos ocupa), los tóxicos con influencia negativa en determinados órganos son numerosos (por ej. el amoniaco hace reaccionar a los pulmones; el mercurio al cerebro, los riñones y al sistema nervioso; y el alcohol al hígado). En definitiva, todos los órganos son órganos diana, pero cada uno a un estímulo concreto.

-8- Entre otros tóxicos cotidianos que también se encuentran presentes en cualquier lugar de forma generalizada y masiva.

-9- Perfil de Salud de Nottingham: Nottingham Health Profile.

-10- Cuestionario de Salud SF-36: Short-Form 36 Health Survey.

-11- Escala de Adaptación Psicosocial a la Enfermedad: Psychosocial Adjustment to Illness Scale.

-12- Escala de Satisfacción con la Vida: Satisfaction With Life Scale.

-13- Perfil de Impacto de la Enfermedad: Sickness Impact Profile.

-14- Cámaras de ambiente controlado.

-15- Pensamos que la autora lo que quiere decir es “lo real por lo irreal” y se trata de un error de cambio en el orden de las palabras durante la maquetación del texto.

-16- “Mente adicta”: a su sobresaturación química y electromagnética causada por el entorno.

-17- En este apartado hemos optado por abstenernos de traducir las explicaciones de la autora respecto a cada uno de los artículos que componen el monográfico sobre SA de Ecopsychology, del que su artículo forma parte, por no alargar la lectura con información accesoria que distraiga la atención del lector. Como consecuencia se ha introducido algún corchete con aclaraciones para evitar pérdidas de información, y las partes omitidas se han señalizado con un asterisco.

-18- Acontecimientos químicos famosos y SQM: la autora del artículo señala que en este monográfico de Ecopsychology se establecen paralelismos entre el desarrollo de la SQ (además de otras enfermedades como el asma) y diversos desastres e incidentes químicos ocurridos en la historia reciente de los Estados Unidos que han tenido en común una sobrecarga de exposición química (particularmente solventes) en gran cantidad de personas. Estos acontecimientos son la limpieza del vertido del petrolero Exxon Valdez, en Alaska (1989); el huracán Katrina (2005); el atentado a las Torres Gemelas (2001); la primera Guerra del Golfo, en Irak (1991); y la remodelación del edificio Waterside Mall de la EPA (1986).

-19- Teoría Fundamentada: Grounded Theory. Método de investigación en el que la teoría emerge de los datos.

08 octubre 2017

BIOMARCADORES PARA EHS Y SQM. Belpomme et al.: resumen en español y pdf del estudio completo en inglés (Reviews on Environmental Health. 2015. Peer-reviewed)


Traductora de la imagen (panel en inglés que resume la investigación de Belpomme
en lo referente a la EHS): Olga Aguinaga.
Ver original aquí.


Rev Environ Health. 2015;30(4):251-271. doi: 10.1515/reveh-2015-0027

BIOMARCADORES FIABLES DE ENFERMEDAD QUE CARACTERIZAN E IDENTIFICAN LA ELECTROHIPERSENSIBILIDAD Y LA SENSIBILIDAD QUÍMICA MÚLTIPLE COMO DOS ASPECTOS ETIOPATOGÉNICOS DE UNA DOLENCIA PATOLÓGICA ÚNICA


DESCARGAR LA INVESTIGACIÓN COMPLETA EN:

Aviso de responsabilidad legal (de lectura y aceptación obligatoria por usted para que pueda descargar este u otros materiales del SISS).- Contribuya a un uso ético de Internet no modificando; no comercializando; ni alojando nuestro trabajo fuera de nuestra web. Además, divulgue los enlaces del SISS completos, no sus archivos, imágenes o textos por separado. A cambio se le ofrece un trabajo gratuito. Si necesita entregar nuestros pdfs en mano a un individuo u organismo podrá fotocopiarlos.


Dominique Belpomme, Christine Campagnac and Philippe Irigaray

TRADUCCIÓN DEL INGLÉS: María José Moya Villén

Recibido el 11 de septiembre de 2015; aceptado el 2 de noviembre de 2015

Resumen

Gran parte de la controversia sobre las causas de la electrohipersensibilidad (EHS) y la sensibilidad química múltiple (SQM) radica en la ausencia de criterios clínicos reconocidos y biomarcadores objetivos, para el diagnóstico, que sean ampliamente aceptados. Desde 2009, hemos investigado prospectivamente, clínicamente y biológicamente, 1.216 casos de EHS y/o SQM reportados, en un intento de responder a ambas cuestiones.

Aquí presentamos datos preliminares basados en 727 casos evaluables de 839 inscritos: 521 (71,6%) fueron diagnosticados con EHS, 52 (7,2%) con SQM y 154 (21,2%) con EHS y SQM. Dos de cada tres pacientes con EHS y/o SQM fueron mujeres; y la edad media (años) fue de 47.

Como la inflamación parece ser un proceso clave que resulta de los efectos de los campos electromagnéticos (CEM) y/o de las sustancias químicas sobre los tejidos, y la liberación de histamina es potencialmente un mediador clave de la inflamación, medimos de manera sistemática la histamina en sangre de los pacientes.

Cerca del 40% presentó un aumento en la histaminemia (especialmente cuando ambas enfermedades estaban presentes), lo que indica que en estos pacientes se puede detectar una respuesta inflamatoria crónica. El estrés oxidativo es parte de la inflamación y un factor clave en el daño y la respuesta. La nitrotirosina, un marcador tanto de la producción de peroxinitrito (ONOO°-) como de la apertura de la barrera hematoencefálica (BHE), se incrementó en el 28% de los casos. La proteína S100B, otro marcador de apertura BHE se incrementó en el 15%. Los autoanticuerpos circulantes contra la O-mielina se detectaron en el 23%, lo que indica que la EHS y la SQM pueden estar asociadas con la respuesta autoinmune.

Confirmando experimentos con animales que muestran el aumento de las proteínas chaperonas Hsp27 y/o Hsp70 bajo la influencia de los CEM, encontramos aumentadas las Hsp27 y/o Hsp70 en el 33% de los pacientes.

Como la mayoría de los pacientes informaron de insomnio crónico y de fatiga, se comprobó la proporción de 6-hidroxi-melatonina sulfato (6-OHMS)/creatinina en orina de 24 h. y se encontró que estaba reducida (< 0,8) en todos los casos investigados.

Por último, considerando los síntomas de EHS y SQM reportados medimos de manera seriada el flujo sanguíneo cerebral (FSC) de los lóbulos temporales de cada caso mediante tomosfigmografía computarizada sobre ecografía pulsátil transcraneal -1-. Ambas dolencias se asociaron con hipoperfusión en el área capsulotalámica, lo que sugiere que el proceso inflamatorio involucra al sistema límbico y al tálamo.

Nuestros datos sugieren con firmeza que la EHS y la SQM pueden ser caracterizadas objetivamente y diagnosticadas rutinariamente mediante pruebas sencillas disponibles comercialmente.

Ambas dolencias parecen implicar hiperhistaminemia relacionada con inflamación, estrés oxidativo, respuesta autoinmune, hipoperfusión capsulotalámica y apertura BHE, y un déficit en la disponibilidad metabólica de la melatonina; que sugieren un riesgo de enfermedad crónica neurodegenerativa. Por último, la frecuente presencia simultánea de la EHS y la SQM sugiere firmemente un mecanismo patológico común.

Palabras clave

biomarcadores; hipoperfusión cerebral; electrohipersensibilidad; sistema límbico; sensibilidad química múltiple.

Fuente: EHS & MCS. Research and Treatment European Group -2- (investigación completa)


NOTAS DEL SISS

-1- Pulsed cerebral ultrasound computed tomosphygmography: prueba diagnóstica de traducción compleja al castellano. Se barajó también la posibilidad de usar "tomosfigmografía computarizada transcraneal basada en ultrasonidos pulsados" o "tomosfigmografía computarizada transcraneal sobre ecografía pulsatil" en base a otra forma de denominación en inglés que aparece en el siguiente párrafo del mismo estudio: "We systematically measured the brain blood flow (BBF) in both cerebral hemispheres of these patients by using echo doppler of the middle cerebral artery and measured centimeter by centimeter brain pulsatility by using pulsed ultrasound-based cerebral computerized tomosphygmography, which allows centimetric resolution pulsed ultrasound recording of cerebral pulsatility, to localize more precisely the BBF in the different areas of the two temporal lobes".

-2- EHS & MCS. Research and Treatment European Group: web de la Association for Research and Treatment of Cancer -ARTAC-, del Dr. Dominique Belpomme, profesor titular de Oncología Médica en la Universidad de París. En su página principal se indica que “los datos ofrecidos en este sitio web son de la literatura científica internacional y/o de los datos experimentales y clínicos de ARTAC y/o ECERI, todos ellos resultantes de un riguroso proceso de investigación científica y de acuerdo a los principios de la "medicina basada en la evidencia” ("The data reported on this web site are from the international scientific literature and/or from the ARTAC and/or ECERI’s experimental and clinical data, all resulting from a rigorous scientific research process and in accordance with the principles of ‘evidence -based medicine’".


TEXTO ORIGINAL DEL RESUMEN

Rev Environ Health. 2015;30(4):251-271. doi: 10.1515/reveh-2015-0027.
Reliable disease biomarkers characterizing and identifying electrohypersensitivity and multiple chemical sensitivity as two etiopathogenic aspects of a unique pathological disorder

Dominique Belpomme, Christine Campagnac and Philippe Irigaray

Abstract
Much of the controversy over the causes of electro-hypersensitivity (EHS) and multiple chemical sensitivity (MCS) lies in the absence of both recognized clinical criteria and objective biomarkers for widely accepted diagnosis. Since 2009, we have prospectively investigated, clinically and biologically, 1216 consecutive EHS and/or MCS-self reporting cases, in an attempt to answer both questions. We report here our preliminary data, based on 727 evaluable of 839 enrolled cases: 521 (71.6%) were diagnosed with EHS, 52 (7.2%) with MCS, and 154 (21.2%) with both EHS and MCS. Two out of three patients with EHS and/or MCS were female; mean age (years) was 47. As inflammation appears to be a key process resulting from electromagnetic field (EMF) and/or chemical effects on tissues, and histamine release is potentially a major mediator of inflammation, we systematically measured histamine in the blood of patients. Near 40% had a increase in histaminemia (especially when both conditions were present), indicating a chronic inflammatory response can be detected in these patients. Oxidative stress is part of inflammation and is a key contributor to damage and response. Nitrotyrosin, a marker of both peroxynitrite (ONOO°-) production and opening of the blood-brain barrier (BBB), was increased in 28% the cases. Protein S100B, another marker of BBB opening was increased in 15%. Circulating autoantibodies against O-myelin were detected in 23%, indicating EHS and MCS may be associated with autoimmune response. Confirming animal experiments showing the increase of Hsp27 and/or Hsp70 chaperone proteins under the influence of EMF, we found increased Hsp27 and/or Hsp70 in 33% of the patients. As most patients reported chronic insomnia and fatigue, we determined the 24 h urine 6-hydroxymelatonin sulfate (6-OHMS)/creatinin ratio and found it was decreased (< 0.8) in all investigated cases. Finally, considering the self-reported symptoms of EHS and MCS, we serially measured the brain blood flow (BBF) in the temporal lobes of each case with pulsed cerebral ultrasound computed tomosphygmography. Both disorders were associated with hypoperfusion in the capsulothalamic area, suggesting that the inflammatory process involve the limbic system and the thalamus. Our data strongly suggest that EHS and MCS can be objectively characterized and routinely diagnosed by commercially available simple tests. Both disorders appear to involve inflammation-related hyper-histaminemia, oxidative stress, autoimmune response, capsulothalamic hypoperfusion and BBB opening, and a deficit in melatonin metabolic availability; suggesting a risk of chronic neurodegenerative disease. Finally the common co-occurrence of EHS and MCS strongly suggests a common pathological mechanism.

Keywords
biomarkers; cerebral hypoperfusion; electrohypersensitivity; limbic system; multiple chemical sensitivity


02 septiembre 2017

¿QUÉ ES LA SENSIBILIDAD QUÍMICA MÚLTIPLE? Tríptico (autora: María José Moya, revisión científica: Dr. Fernández-Solà. Ed. act. 2017, corr. 2019)


Tríptico (anverso)


SENSIBILIDAD QUÍMICA MÚLTIPLE -SQM-
(definición, etiología -causas-, mecanismo de inicio, alteraciones, mecanismo de acción, síntomas, agentes desencadenantes, comorbilidades, especialistas médicos, diagnóstico, tratamiento, diagnóstico diferencial, características sintomatológicas, bibliografía, documentación)


DESCARGAR COMPLETO Y EN PDF EN:

Aviso de responsabilidad legal (de lectura y aceptación obligatoria por usted para que pueda descargar este u otros materiales del SISS).- Contribuya a un uso ético de Internet no modificando; no comercializando; ni alojando nuestro trabajo fuera de nuestra web. Además, divulgue los enlaces del SISS completos, no sus archivos, imágenes o textos por separado. A cambio se le ofrece un trabajo gratuito. Si necesita entregar nuestros pdfs en mano a un individuo u organismo podrá fotocopiarlos.

Autora
María José Moya Villén
Documentalista, afectada grave, responsable del Servicio de Información sobre Sensibilidad Química y Salud Ambiental (SISS)

Revisión científica
Dr. Joaquim Fernández-Solà
Coordinador de la Unidad de Fatiga Crónica del Hospital Clínic de Barcelona, profesor de la Universidad de Barcelona, experto en SQM-SFC-FM-EHS

¿QUÉ ES LA SQM?

Un síndrome ambiental causado por las sustancias sintéticas tóxicas cotidianas en las que el planeta vive inmerso. Provoca multitud de síntomas en diferentes sistemas corporales y su naturaleza es crónica, limitante y orgánica.

¿QUÉ DESENCADENA LA SQM?-1-

La exposición a una o varias sustancias tóxicas en una dosis única alta (ej. la fumigación de nuestro puesto de trabajo), en varias dosis menores (ej. el trabajo en entornos especialmente químicos como peluquerías, empresas de pintura, de limpieza, etc.) o en una dosis baja pero continua (ej. a través de la comida, el agua, el aire, el aseo, la ropa, la colocación de amalgamas dentales…). Su ámbito es sobre todo laboral o doméstico (ej. un accidente casero).

¿CUÁNDO SE ENFERMA DE SQM?

Cuando el cuerpo se sensibiliza a diversas sustancias sintéticas, y a partir de entonces deja de tolerarlas respondiendo a ellas de forma anormal. El proceso se llama pérdida de tolerancia inducida por tóxicos (TILT) -2-.

¿CÓMO SURGE LA SQM?

En dos fases, tras la exposición del sujeto al desencadenante:
  1. Fase de iniciación: la persona suele presentar, de forma brusca, signos irritantes de mucosas, dermis y/o vías respiratorias -3-. A partir de entonces, su reactividad se amplifica y generaliza a otras sustancias no relacionadas químicamente con las iniciales (spreading); los síntomas aumentan; el olfato se sensibiliza; y aparecen intolerancias medicamentosas, alimentarias, sensitivas (a olores -aún naturales-, sonidos, luz, vibraciones, cambios de temperatura, etc.) y al alcohol, entre otras..
  2. Fase de provocación: la exposición o ingestión de agentes provocadores, aún a dosis mínimas, desencadena a partir de entonces la aparición o agravamiento del cuadro de manifestaciones que conforma la enfermedad.
¿A QUÉ ÓRGANOS AFECTA?

Sobre todo al cerebro, a nivel del sistema límbico y el córtex (sistema nervioso central); pero también pueden verse alterados órganos de otros sistemas como el respiratorio, cardíaco, endocrino, músculo-esquelético, gastrointestinal, dérmico, ginecológico, otorrino…

¿CÓMO ACTÚA LA SQM?

Según diversos estudios -4-, mediante el siguiente proceso:
  1. Acceso de la sustancia al sistema nervioso central, vía tracto olfatorio-sistema límbico.
  2. Excitabilidad de las neuronas límbicas, que aumenta la reactividad, lo que a su vez refuerza la excitabilidad.
  3. Cambios en la actividad de las neuronas límbicas y de la estimulación cortical.
  4. Alteración de un amplio espectro de conductas y desregulación de funciones fisiológicas.
  5. Producción de síntomas persistentes de tipo orgánico (NO psicosomático), cognitivo y afectivo.
En conclusión, el cuerpo va llenándose, de forma rápida o progresiva, de una carga tóxica que cuando rebasa el límite de su tolerancia hace surgir la SQM. Tras ello, el proceso se profundiza y cronifica.

¿QUÉ SÍNTOMAS PRESENTA?

Son variables en tipo y cantidad, según la persona -5-, pero siempre se ve afectado el sistema nervioso central.

AGENTES DESENCADENANTES

Son muchos, sobre todo los que presentan “olor” (fragancias).

Colonias, productos de limpieza, de aseo personal, cosmética, detergentes, suavizantes, papel impreso, agua del grifo, humo de tabaco, derivados del petróleo, telas sintéticas, material de construcción, pinturas, ambientadores, lugares no ventilados, rotuladores, óleos, disolventes, plaguicidas, artículos nuevos (muebles, coches etc.), moho, antipolillas, polvo, moquetas, sprays, insecticidas…

¿QUÉ COMORBILIDADES TIENE? -6-

Son frecuentes la fibromialgia (FM), el síndrome de fatiga crónica/encefalomielitis miálgica (SFC-EM) y la electrosensibilidad (EHS), todos ellos síndromes de hipersensibilidad central. También el síndrome seco de mucosas y otros.

Además pueden existir alteraciones del ánimo secundarios a la SQM (por ej. una depresión reactiva) por la incertidumbre, incomprensión, aislamiento, disminución drástica en la calidad de vida, cambio brusco de hábitos y sufrimiento que la afección produce como cuadro crónico, limitante y poco conocido que es.

¿QUIÉN DIAGNÓSTICA LA SQM?

Por su naturaleza, médicos internistas, neurólogos y toxicólogos, aunque dado que la Medicina no la ha englobado de momento en una especialidad, puede hacerlo cualquier profesional que conozca la enfermedad.

¿CÓMO SE DIAGNÓSTICA LA SQM?

El diagnóstico es clínico y se basa en los siguientes parámetros:
  • Anamnesis: interrogatorio experto y minucioso para detectar síntomas y signos, contexto químico de inicio (laboral o personal), evolución, entorno químico actual y cumplimiento de Criterios de Consenso (1999).
    Es fundamental escuchar atentamente el relato del paciente a través de la Historia Clínica dirigida.
    Herramienta de apoyo de interés: el Cuestionario QEESI (Miller). Con él se cuantifican cuatro grados de afectación. Se recomienda llevar hecho a la cita.
  • Exploración física y observación de signos, si los hubiera en el momento (eritema, ronquera, trastornos del habla, de atención, tripa hinchada, fonofobia…). Serán útiles las fotos que el paciente aporte con signos identificables de su persona.
  • Pruebas complementarias (in situ o externas): a criterio del experto y de los especialistas de soporte, tanto para corroborar signos de SQM (ej. alteraciones en el sistema nervioso central) como para establecer un diagnóstico diferencial con enfermedades similares (FM, SFC, alergias…) u otras de esfera diferente de la SQM (ej. trastornos psiquiátricos).
Criterios diagnósticos de consenso para la SQM (1999) -7-:
1. Los síntomas son reproducibles.
2. La condición es crónica.
3. Niveles bajos de exposición ocasionan manifestaciones.
4. Los síntomas mejoran o se resuelven al eliminar los incitantes.
5. La respuesta se presenta a múltiples sustancias sin relación química entre ellas.
6. Los síntomas implican múltiples sistemas orgánicos.

¿TIENE TRATAMIENTO?

No para curar, sí para mejorar. El consenso médico establece que lo más efectivo para bajar la carga tóxica corporal del afectado es evitar su reexposición a los agentes desencadenantes, aún a dosis mínimas.

Hay cuatro métodos de evitación del riesgo:
  1. Eliminándolo (tanto del aire -con purificadores específicos para SQM- como del entorno -reemplazando los artículos convencionales por ecológicos sin olor, o que el sujeto tolere-).
  2. Aislándolo (en envases herméticos o lugares aparte).
  3. (colocándose una mascarilla de carbón activo cuando sea necesario, sellando puertas y ventanas con cinta de aluminio u otra protección, etc.).
  4. Alejándose de él (evitando personas con fragancias, fumadoras o que beban alcohol; y ambientes cerrados -especialmente perfumerías y lugares sin ventilación, con ambientador, higienizados recientemente con productos de limpieza agresivos, o recién fumigados. Como tiendas, bares, piscinas cubiertas, baños públicos, cines, taxis, hospitales…-).
La aplicación de los dos primeros puntos al hogar, o a zonas de actividad laboral, se denomina “control ambiental”.

En ese control ambiental se debe tener en cuenta la electrosensibilidad que suele asociarse a la SQM. Por ello, es aconsejable que el paciente tenga pocos aparatos eléctricos, los desenchufe tras su uso (lámparas, TV, etc.) y sustituya los que generen contaminación electromagnética (Wi-Fi, móviles, teléfonos inalámbricos, fluorescentes...). Especialmente el dormitorio lo mantendrá libre de ondas, sobre todo cerca de la cabeza (el despertador: a pilas).

Además, si las intolerancias de la SQM y las posibilidades del paciente lo permiten, deberá tratar sus comorbilidades y síntomas. Asimismo, deberá intentar bajar su carga tóxica por medios naturales que complementen la evitación (educación ambiental, suplementos nutricionales sin excipientes ni conservantes, ejercicio físico suave, saunas desintoxicantes…).

¿QUÉ NO ES LA SQM?

NO es una alergia: las alergias actúan sobre el sistema inmunológico; la SQM sobre el sistema nervioso central sobre todo, y otros sistemas (incluido el inmune).

NO es una sensibilización a un producto: la sensibilización
atañe a una o a unas pocas sustancias específicas, produce un síntoma concreto (ej. el humo de tabaco: migraña; y la lejía: tos repetitiva o irritación faringea), y no interfiere de forma generalizada en la vida diaria de la persona. En cambio en SQM no se toleran gran cantidad de químicos, es multisintomática, y limita grave y continuamente.

NO es una intoxicación: las intoxicaciones se reflejan en las analíticas, la SQM no.

NO es una enfermedad mental: es frecuente confundir los síntomas de la SQM con una somatización u otras enfermedades psiquiátricas.

NO es una enfermedad rara: es una enfermedad ambiental emergente. Los datos varían según los estudios, y a ello se añade la falta de profesionales que sepan reconocerla, pero se estima que el 15 % de la población mostraría algún tipo de sensibilización en algún momento de su vida, y entre un 0,5 %-1 % diversos grados de SQM.

CARÁCTERÍSTICAS DE LOS SÍNTOMAS

Su inicio puede ser brusco, progresivo o posterior a la exposición (tras minutos, horas o días de esta); su intensidad leve, moderada o intensa; y su cese o mejoría rápida (en minutos), media (horas) o tardía (días/semanas). Estos factores dependen de la carga tóxica que tenga el paciente en ese momento, su sensibilidad al agente, etc.

BIBLIOGRAFÍA DE INTERÉS

Libros y artículos
-Fernández-Solà J, Nogué S (2007). Sensibilidad química y ambiental múltiple. En: Jano. 1662:27-30 [nota: con cuestionario QEESI resumido].
-García F, Cuscó AM (2006). Intolerancia química múltiple. En: Abriendo camino: principios básicos de fibromialgia, fatiga crónica e intolerancia química múltiple. P. 233-69.
-Ortega Pérez A (2005). Sensibilidad a múltiples compuestos: una enfermedad comúnmente inadvertida. En: Med Clin (Barc) 125:257–62.
-Prada C (2009) SQM, el riesgo tóxico diario.

Enlaces
-Medicación (pdf):

.................

NOTAS A PIE DE PÁGINA
-1- Cullen definió la SQM por primera vez en 1987, como “un trastorno adquirido caracterizado por síntomas recurrentes, referibles a múltiples sistemas orgánicos, que ocurre en respuesta a la exposición demostrable a múltiples compuestos químicamente no relacionados, en dosis muy por debajo de las que se han establecido como causantes de efectos perjudiciales en la población general”. El término que eligió para nombrarlo fue “Multiple Chemical Sensitivities” (MCS).

-2- Miller CS (2001) Toxicant-induced loss of tolerance. Addiction 96(1):115-37.

-3- Rinitis, faringitis, ronquera, afonía, conjuntivitis, sinusitis, tos recurrente, sensación disneica, dermatitis, eritema, prurito…

-4- Arnold P (1999) Síndrome de sensibilidades químicas múltiples y sistema límbico. En: Temas de alergia e inmunología. Buenos Aires: Asociación de Alergia, Asma e Inmunología.

-5- Disfunción cognitiva y del habla, confusión mental, cefaleas, vértigos, mareos, fatiga extrema, dolor muscular generalizado, fotofobia, fonofobia, trastornos respiratorios, irritación de las vías respiratorias, ronquera, arritmias, fasciculaciones, desorientación espacial, tinnitus, tensión muscular, náuseas, sabor metálico en el paladar, sopor fulminante insuperable, problemas digestivos, diarrea súbita, falta de fuerzas repentina, malestar general, presión cerebral, inestabilidad motora, tos recurrente, piernas inquietas en el inicio del sueño, petequias…

-6- Lavergne MR et al. (2010) Deficiencias funcionales en el síndrome de fatiga crónica, la fibromialgia y la hipersensibilidad química múltiple. Can Fam Physician 56(2):e57-e65.

-7- Bartha L. et al. (1999) Multiple chemical sensitivity: a 1999 consensus. Arch. Environ. Health 54:147-49.

1ª ed. act. junio 2017, corr. 2019. Distribución: gratuita. Fotógrafa
portada: Elvira Megías (2010). Imagen: María José Moya. © SISS

ACTUALIZACIÓN (08/03/2020): corrijo dos enlaces rotos del apartado "Enlaces", tras el aviso de una lectora. Uno lleva al cuestionario QEESI, y otro a un test para afectados. El primero es una URL externa, que el propietario de esa web había eliminado; y el segundo una URL interna del SISS.