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31 marzo 2013

"SENSIBILIDAD QUÍMICA MÚLTIPLE O LA IMPORTANCIA DE ESCUCHAR SIN PREJUICIOS". Dra. Mar Rodríguez Gimena (Mujeres y Salud, nº 32. 2012)

"La formación/educación sobre SQM debería ser impartida en las formaciones curriculares y postgrado de medicina, enfermería, trabajo social y psicología (...) sobre todo porque la prevalencia de este tipo de discapacidad se está incrementando debido a las condiciones ambientales"
Mar Rodríguez Gimena
Médica de Familia SAR Buitrago del Lozoya

Desde hace unos años me dedico a la valoración de las personas que padecen Sensibilidad Química Múltiple (SQM)*. Partía de un absoluto desconocimiento de esta nueva enfermedad relacionada con los químicos medioambientales. Gracias a la red de mujeres sanitarias entré en contacto con Carme Valls y asistí a uno de los cursos de formación. Ya había oído hablar o había leído en el MyS algo sobre las personas que, tras una exposición a algún pesticida en su lugar de trabajo o a disolventes, se sensibilizaban y enfermaban.

Haciendo memoria también había escuchado en la consulta algún relato de alguna “paciente” que me comentaba que “olía mucho”. Reconozco que esos relatos, al igual que otros a lo largo de mi vida profesional, me han dejado sorprendida y perpleja y me han puesto en contacto con mi propia ignorancia. Por suerte todavía, cuando algo me sorprende, me dedico a estudiar. No obstante no he conseguido quitarme de la cabeza el run, run de: “no, otra vez algo raro, no”.

Más adelante, os presento un caso que, por reciente y por extraño, me ha hecho volver a recordar la importancia de la escucha libre de prejuicios de los síntomas que nos relatan las personas a las que atendemos. La escucha activa y con todos los sentidos.

Los síntomas que nos relatan las personas afectadas por SQM nos van a parecer raros, de hecho muchas inician su relato con un “no se si se lo va a creer doctora, porque esto que me pasa es muy raro” o “realmente usted cree que yo no estoy loca ¿verdad?”.

Ahí precisamente es cuando las orejas y los ojos se nos deberían abrir como platos y cuando el cerebro y la emoción se ponen a funcionar sincronizados como si de un baile se tratase. Estas personas han recorrido muchos especialistas, en ocasiones la media de años desde el inicio de los síntomas de su enfermedad hasta el diagnóstico es de unos 5 a 7 (en el caso de Juana fue de 7 años).

A su vez, las afectadas son grandes observadoras de sus síntomas, de lo que las mejora y empeora. Son detectives de su propia enfermedad, buscando siempre el nuevo artículo, el nuevo tratamiento. De hecho muchos de los artículos que manejo me los envían las propias afectadas.

La SQM es un problema de salud complejo que precisa de un abordaje terapéutico multidisciplinar. Los cambios en la sintomatología se producen de manera rápida y la propuesta terapéutica debe adaptarse a este dinamismo. La comorbilidad debe ser atendida como parte del proceso terapéutico. Las diferentes profesionales que atendemos a las personas con SQM debemos intentar coordinarnos para evitar pruebas y visitas innecesarias.

Además debemos procurar que los espacios de atención sean seguros, es decir, que estén exentos en lo posible de químicos. También nosotras debemos tener muy presente no usar productos químicos (perfumes, cosméticos, tintes recientes en el pelo, lavado de ropa con jabones ecológicos y sin suavizantes...) cuando vayamos a valorar a estas pacientes.

Como no podría ser de otro modo, la relación de cercanía y confianza es imprescindible en la atención de los y las afectadas por SQM. Escuchar a las personas afectadas y validar su experiencia de la enfermedad han sido valoradas por las propias afectadas como medidas muy importantes en su proceso terapéutico.

Comparto al cien por cien las propuestas de Pamela Gibson, enfermera que trabaja con personas con SQM y ha publicado numerosas investigaciones sobre su impacto en la calidad de vida. Ella señala que es muy importante tener en cuenta la frustración sufrida por las personas con SQM en su relación con los y las profesionales sanitarios, lo que debería servirnos para entender mejor las necesidades de apoyo de este grupo de personas, la importancia de aumentar su sensación de esperanza. También deberíamos aumentar nuestra capacidad de comprensión haciendo hincapié en las personas afectadas más jóvenes. Este colectivo se siente más alterado por lo que la enfermedad supone de pérdidas, posiblemente de por vida, tanto de su trabajo, amistades, contactos familiares, ocio y en muchas ocasiones la propia pareja.

Dado que las personas con SQM con frecuencia se enfrentan a que los demás tengan dudas a la hora de reconocer su enfermedad, simplemente escuchar y ser comprensivas/os con la importancia de sus preocupaciones es de vital importancia.

EL CALVARIO CON LAS BAJAS LABORALES

Casi todo el mundo que ha tenido que pasar por un proceso de indemnización por haber sufrido una enfermedad relacionada con el puesto de trabajo describe el proceso como difícil y humillante. Dos fuentes de frustración, que también aparecen en el proceso de solicitud de la declaración de discapacidad en la Seguridad Social, son su duración, complejidad burocrática del proceso sin guías claras para las personas enfermas, y cómo se trata a los y las demandantes en el proceso de evaluación.

En un estudio de Juliene G. Lipson y Nathalie Doiron, personas afectadas mencionan la falta de guía, las trabas burocráticas y las decisiones basadas en evidencias muy pobres. Este estudio revela datos muy importantes que paso a desarrollar:

El objetivo de la baja/incapacidad laboral es documentar los daños sufridos en el puesto de trabajo y decidir si un trabajador/a afectada puede volver a su trabajo y establecer la indemnización. Las personas que han pasado por ese proceso han percibido una agenda oculta: los responsables de los servicios de evaluación de las bajas los envían a profesionales de medicina que niegan la afectación por químicos, tanto por que no la conocen/comprenden como porque protegen al centro de trabajo a expensas del trabajador/a.

Además, aunque ocho estados de los EE.UU reconocen la indemnización que reclaman los trabajadores/as afectadas por SQM, la mayor parte de los tribunales de evaluación fallan en contra de las personas con SQM, incluso habiendo pruebas suficientes para demostrar que padecen una discapacidad cubierta por el sistema. La situación es aún peor en Canadá, donde casi nadie obtiene el reconocimiento de la discapacidad basada solamente en la SQM. A quienes se ha concedido los beneficios de la discapacidad ha sido a quienes se les ha hecho un diagnóstico psiquiátrico a pesar de no padecer problemas mentales. Las personas con hipersensibilidades medioambientales se enfrentan a una discriminación menor en Nueva Escocia después de que un grupo de médicos y médicas enfermara tras un gran incidente químico en un hospital.

Por otro lado, las personas afectadas de SQM se enfrentan a obstáculos similares a los que encuentran las que tienen otras enfermedades crónicas ocultas ya que afectan desproporcionadamente a las mujeres, son difíciles de diagnosticar porque se presentan de muy diversos modos y no hay pruebas ampliamente aceptadas.

EL CASO DE JUANA. LOS METALES EN SU VIDA

Juana trabaja en una comisaría. Hace 10 años aproximadamente empezó a sufrir eczemas en el cuero cabelludo y vio que le salían manchas rojas en la cara al pintarse.

Observó también que la nalga, en la que llevaba la placa de metal que la identifica como policía, se le inflamaba y que la inflamación desaparecía sin tratamiento al quitársela.

Empezó a tener también dolores articulares generalizados y esguinces frecuentes de tobillo. También notó que la mandíbula se le quedaba enganchada, así como escozores vaginales y picores en los oídos.

Contó que a los 15 días de hacerle a su marido un empaste de amalgama comenzó a tener escozores intensos en la boca. Un especialista en Madrid le diagnosticó “síndrome de boca ardiente”. Además, empezó a encontrase extremadamente cansada, con dolores de cabeza, aumento de los dolores articulares, ojeras, inflamación de los ganglios cervicales, taquicardias, zumbido y pitidos en los oídos, dolores de estómago y diarreas sin causa aparente.

Empezó, también, a no poder ver bien de cerca y con la sensación de no poder enfocar bien. Notó dificultades para concentrarse y sensación de pérdida de memoria; le resultaba difícil, por ejemplo, hacer un escrito en su trabajo, era como si las palabras no le salieran.

Empezó a observar que, desde este episodio del empaste de su marido, si tocaba un metal (sobre todo el aluminio) se ponía mala. Decidió quitarse los puentes metálicos de su dentadura y mejoró su sintomatología digestiva y de dolores articulares.

También observó que si en su casa tocaba útiles de cocina metálicos le daba dolor de cabeza, le dolía y se le inflamaba el cuello, notaba sensación de ardor en la boca y malestar general y, al dejar de tocarlos, al cabo de un rato, los síntomas desaparecían.

Decidió, pues, cambiar todo lo metálico de las ropas (cremalleras, remaches, etc.) por velcro y también todas las joyas y el reloj, y mejoró considerablemente.

Decidieron, también, trasladarse a una casa nueva, evitando los metales, y su sintomatología general está mejor.

Otros síntomas que relató fueron que si utilizaba, o utilizan cerca, spray contra insectos o ambientadores se le ponía dolor de garganta y al tragar que le duraba una semana. También sus ciclos menstruales se vieron afectados, se hicieron más cortos, duraban más días y con más sangrado. También relataba ansiedad, insomnio, frialdad de manos

El diagnóstico fue: síndrome de hipersensibilidad química múltiple o síndrome de intolerancia medioambiental moderado por sensibilización a metales, por exposición fundamental, posiblemente, a Tiomersal (compuesto a base de mercurio) de los empastes dentales.

Aunque hay pocos casos como este recogidos en la literatura, en las listas de posibles productos que pueden producir SQM se encuentran los metales, en especial los mercuriales. Una parte importante del tratamiento propuesto fue “Evitar la exposición a metales”. Al cabo de un año toda la sintomatología había mejorado o desaparecido. Ahora trabaja en la comisaría en oficinas.

PROPUESTAS DE FUTURO
La importancia de la formación de los y las profesionales sanitarios

Apoyo enérgicamente las sugerencias de Gibson (2003) y de otras muchas personas expertas, entre ellas Carme Valls, de que la formación/educación sobre SQM debería ser impartida en las formaciones curriculares y postgrado de medicina, enfermería, trabajo social y psicología.

También habría que formar a las empresas y representantes sindicales en SQM para reducir el hostigamiento/acoso en el centro de trabajo e incrementar las posibilidades de mejora del ambiente en el espacio de trabajo.

Así mismo es muy importante incluir contenidos sobre discapacidad, sobre discapacidad oculta y enfermedades crónicas en particular, en los currícula de la formación del personal sanitario y de servicios sociales, sobre todo porque la prevalencia de este tipo de discapacidad se está incrementando debido a las condiciones ambientales. Esta formación es necesaria para favorecer una atención más comprensiva y sensible a las personas con SQM y enfermedades similares.

También es imprescindible animar al uso del principio de precaución, ampliamente extendido en la Unión Europea, para desarrollar leyes que protejan la salud y el medioambiente, y que se pase del “¿Cuánto daño es permisible?” al “¿Cuál es el menor daño posible?”.

Termino con una reflexión de Pamela Gibson y colaboradoras sobre la importancia de abordar cambios en la forma de vida en una cultura en que los productos químicos son omnipresentes:

Las personas afectadas por SQM son una población oculta y sin recursos que ya no disfruta de los beneficios de las instituciones del modo de vida occidental. Sus historias algunas veces son contadas por otros y sus problemas con frecuencia atribuidos a factores mentales o emocionales. Su voz desafía el estatus quo económico al sugerir que productos químicos de uso común son capaces de sensibilizar e incluso dañar a las personas de un modo permanente. Para quienes están inmersos en la cultura dominante es más fácil no creerse lo que dicen las personas afectadas que abordar el problema de los tóxicos en la vida diaria, debido, en gran parte, a la enorme inversión económica en investigación sobre materiales químicos omnipresentes en una cultura industrial.

Ellas son en nuestro mundo como “Los canarios en la mina de carbón. Lo que les ha sucedido a ellas sucederá a muchas otras personas a menos que limpiemos nuestro entorno”.

Bibliografía
- Ruth Lavergne, Donald Cole, Kathleen Kerr y Lynn Marshall. Deficiencias funcionales en el síndrome de fatiga crónica, la fibromialgia y la hipersensibilidad química múltiple (traducido en http://mi-estrella-de-mar.blogspot.com) [1]

* Texto completo y bibliografía en www.caps.cat/redcaps/seminaris


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29 marzo 2013

SÍNDROME DE FATIGA CRÓNICA: se identifican ocho moléculas que podrían mejorar su diagnóstico (IrsiCaixa-Institut Germans Trias. Journal of Translational Medicine. 2013)

(imagen: Teens Health)
SE IDENTIFICAN 8 MOLÉCULAS QUE PODRÍAN SERVIR PARA MEJORAR EL DIAGNÓSTICO DEL SÍNDROME DE FATIGA CRÓNICA

• El Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa, impulsado conjuntamente por la Obra Social “la Caixa” y el Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya, y el Institut d’Investigació en Ciències de la Salut Germans Trias i Pujol han liderado un estudio que ha permitido identificar ocho moléculas que podrían servir para mejorar el diagnóstico del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC).

• Los investigadores han demostrado alteraciones de este grupo de moléculas en personas con el SFC, que parecen estar asociadas a un peor funcionamiento del sistema inmunitario.

• La investigación supone un importante avance, dado que actualmente el diagnóstico de esta enfermedad se basa únicamente en la evaluación de sus síntomas. No obstante, los científicos remarcan la necesidad de confirmar los resultados mediante estudios más amplios.

• Los resultados, que se acaban de publicar en la revista científica Journal of Translational Medicine, podrán mejorar el conocimiento de una enfermedad que se estima que en España afecta a 1 de cada 1.000 personas.

• El trabajo ha contado con la colaboración del grupo de investigación en Fatiga Crónica del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR) y de la Clínica SFC de Tarragona, así como con el soporte de diferentes asociaciones de personas afectadas por el SFC.

El Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) es una enfermedad compleja que afecta a los sistemas inmunitario, neurológico, cardiovascular y endocrino de las personas que lo padecen. Provoca un cansancio constante que no puede atribuirse a un esfuerzo reciente y que no mejora con el descanso. Por ello, los pacientes se ven obligados a reducir de forma significativa su actividad diaria.

Actualmente, se desconoce el origen de esta enfermedad, que ocasiona una pérdida sustancial de concentración, intolerancia a la luz, al estrés emocional y a la actividad física. También puede comportar dolor muscular y en las articulaciones, sensibilidades químicas múltiples y una sensación de estado gripal permanente. En España, se estima que afecta a 1 de cada 1.000 personas.

Un estudio liderado por científicos del Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa, impulsado conjuntamente por la Obra Social “la Caixa” y el Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya, y del Institut d’Investigació en Ciències de la Salut Germans Trias i Pujol ha identificado por primera vez un grupo de 8 moléculas del sistema inmunitario que los investigadores asocian a una peor respuesta inmunitaria de los pacientes con el SFC. El trabajo ha contado con la colaboración del grupo de investigación en Fatiga Crónica del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR) y de la Clínica SFC de Tarragona, así como con el soporte de diferentes asociaciones de personas afectadas por el SFC. También han participado la Fundación Lucha contra el Sida y la Clínica Delfos.

“Las alteraciones de estas moléculas en las personas con el SFC podría contribuir a mejorar la fiabilidad y la rapidez del diagnóstico de una enfermedad compleja y, hasta la fecha, mal definida a nivel molecular”, señala Julià Blanco, investigador sénior Miguel Servet del Institut d’Investigació en Ciències de la Salut Germans Trias i Pujol en IrsiCaixa, coordinador del estudio y responsable del Grupo de Virología e Inmunología Celular. Actualmente, el diagnóstico del SFC se basa únicamente en la evaluación de los síntomas clínicos descritos anteriormente, después de descartar otras enfermedades. El diagnóstico es poco cuantitativo y requiere pruebas de esfuerzo o neurológicas que pueden ser más molestas para el paciente que una extracción de sangre.

El estudio se ha publicado recientemente en la revista científica Journal of Translational Medicine y podría explicar también la mayor repercusión de algunas infecciones provocadas por virus en estos pacientes. No obstante, los científicos remarcan la necesidad de confirmar los resultados mediante estudios más amplios.

LA RELACIÓN DEL SFC CON EL SISTEMA INMUNITARIO
Desde principios de los 90, uno de los campos de investigación del SFC se ha centrado en estudiar la relación de esta enfermedad con el debilitamiento del sistema inmunitario. La importancia de esta línea de investigación radica en la coincidencia del inicio de los síntomas del SFC con infecciones víricas en un gran número de pacientes y en una mayor sensibilidad a determinadas infecciones, que apuntan, en general, a una disfunción del sistema inmunitario.

El Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa se interesó por la relación del SFC con diferentes infecciones virales. La tarea de los investigadores se centró en los marcadores virales e inmunológicos en pacientes afectados por el SFC. Ante la imposibilidad de establecer una relación fiable con infecciones causadas por virus, y teniendo en cuenta la falta de una herramienta de diagnóstico molecular que permitiera caracterizar a los pacientes con SFC, los investigadores decidieron analizar y comparar más de 100 características del sistema inmunitario en las personas con el SFC y en las sanas. El estudio permitió identificar la presencia de 8 moléculas que están alteradas en las personas afectadas por el SFC tanto en los linfocitos T como en los NK, las células del sistema inmunitario encargadas de coordinar la respuesta inmunitaria y de destruir células malignas, respectivamente.

“La relación entre el SFC y el sistema inmunitario es fundamental para avanzar en la descripción completa del cuadro clínico de las personas con el SFC”, puntualiza Julià Blanco, “pero es necesario profundizar también en el papel que juegan los sistemas neurológico, cardiovascular y endocrino, que también se ven afectados por esta enfermedad. Es posible que estas sean facetas diferentes con un origen común, que aún desconocemos”, concluye.

Artículo publicado en la revista científica Journal of Translational Medicine: 
Screening NK-, B- and T-cell phenotype and function in patients suffering from Chronic Fatigue Syndrome. Leer [nota de Mi Estrella de Mar: resumen y artículo completo en inglés de la investigación].


20 marzo 2013

EXPOSOME: UNA GRAN HERRAMIENTA PARA LA EVALUACIÓN DE LA EXPOSICIÓN INDIVIDUAL A TÓXICOS (AETOX, Asoc. Española de Toxicología)



Texto de gran interés para profesionales sanitarios e interesados en la Medicina Ambiental, tanto por su contenido, como porque quien lo enlaza es un organismo oficial, que además es la AETOX (Asociación Española de Toxicología). Hay que tener en cuenta, en este sentido, que el grueso de la Toxicología más "oficialista" suele ser especialmente reacia a entender que 1. Las enfermedades, trastornos y alteraciones NO suelen venir siempre de la mano de la misma "cantidad" de tóxico para toda la población, a partir de la cual aparezcan anomalías; 2. El efecto sumatorio y de interacción entre los nuevos tóxicos entrantes a cada individuo y su carga tóxica corporal previa es una realidad; y 3. No siempre se tiene la posibilidad de “medir” la existencia o gravedad de algo, con la tecnología médica actual, lo que no quiere decir que no exista.  

Así que, enhorabuena a la AETOX por el documento que a continuación transcribimos, porquees claro y rotundo respecto a la relación entre tóxicos y enfermedad. Sobre su autoría, aunque no se refleja expresamente, dado que la AETOX lo muestra en su página y una entidad oficial es poco imaginable (por poco serio) que cuelgue un documento en su web sin dar su autoría a menos que sea suyo, deducimos que es así y que su contenido lógicamente está apoyado por dicha entidad. Sobre el año de redacción, tampoco figura, pero sería el de 2011, como fecha más temprana. NOTA: los enlaces en el texto son aportaciones particulares de Mi Estrella de Mar para aportar claridad a ciertos términos de cara al lector en general.

EXPOSOME: UNA PODEROSA HERRAMIENTA PARA LA EVALUACIÓN DE LA EXPOSICIÓN INDIVIDUAL

La exposición química tóxica de las personas y seres vivos
es diaria y tiene múltiples fuentes

¿Cuáles son los factores por los que los humanos evolucionamos de la salud a la enfermedad? Esta gran pregunta tiene una clara respuesta: desde las exposiciones tóxicas ambientales hasta la vulnerabilidad genética, pasando por nuestro comportamiento y estilo de vida, todo ello contribuye al desarrollo de la enfermedad.

Décadas de investigación evidencian que aunque en el origen del cáncer y de la mayoría de las enfermedades crónicas existen tanto causas genéticas como ambientales, son, sin duda, estas últimas las más importantes (80-90%). Sin embargo, a pesar de su enorme importancia, el “ambiente” sigue siendo muy poco conocido.

En el año 2005, el Dr. Christopher P. Wild, director de la agencia internacional para investigación del cáncer, contrastó el esfuerzo y los costes que se han dedicado a los estudios genéticos en contraposición a los ambientales. Claramente la balanza estaba a favor de los primeros, con sofisticadas herramientas de análisis, mientras que para cuantificar la exposición ambiental los medios técnicos han cambiado muy poco desde los años 70 (mediciones ambientales en el lugar de trabajo, mediciones en el agua/aire de la comunidad, determinaciones en alimentos, etc.).

Pero, ¿qué es exactamente el ambiente? Tradicionalmente el término ambiente ha ido asociado a la exposición a contaminantes ambientales externos, bien en el trabajo (hidrocarburos aromáticos policíclicos en el lugar de trabajo por ejemplo) o bien en el ambiente de la comunidad (pesticidas como contaminantes ambientales por ejemplo). Este concepto de ambiente ha sido absolutamente reduccionista dejando fuera otros factores externos e internos. Entre los primeros nos hemos olvidado del stress, la localización geográfica donde reside el paciente, los hábitos del individuo (ingesta de fármacos, tabaco, alcohol y otras drogas), su actividad física y, sobre todo, la dieta. Pero es que, además, en el término ambiente se hacía poco énfasis en las causas internas (especialmente las infecciones e inflamaciones previas a que había estado expuesto el individuo, y especialmente, la flora intestinal propia, generadora de trimetilamina, la cual constituye un factor de riesgo fundamental en la generación de aterosclerosis.

Hasta ahora con los métodos tradicionales se analizaba cada uno de los factores etiológicos del “ambiente” de forma individual (por ejemplo, la determinación de la exposición ambiental en el trabajo). Este marco de trabajo era fruto del paradigma imperante dosis-respuesta, que pretendía evaluar que una determinada dosis de un tóxico iba a producir una determinada respuesta. Es por eso que uno de los desafíos de la ciencia es tratar el “ambiente” como una entidad única, con un lenguaje común para todos los profesionales procedentes de diversos ámbitos (medicina del trabajo, epidemiólogos, investigadores, etc). Este lenguaje común puede ser encontrado gracias al concepto de “exposome”. En palabras de C. Wild, “exposome” constituye la totalidad de las exposiciones (internas y externas) que sufre una persona desde el mismo momento de la concepción, durante toda su vida. Exposome (todo lo no genético) es un nuevo concepto unificador de todas las exposiciones, que se contrapone al genoma (sólo lo genético).

Pero si exposome incluye todas las exposiciones internas y externas ¿existe alguna técnica de laboratorio que permita este análisis en conjunto?

Las nuevas tecnologías ómicas (transcriptómica, aductómica, metabolómica) nos permiten encontrar nuevos biomarcadores de dosis efectiva que evalúan la “exposición ambiental total”, constituyendo lo que algunos investigadores denominan el “santo grial de la exposición”. Estas técnicas son capaces de detectar un perfil proteíco (huella o firma química concreta) que implica una futura evolución a la enfermedad/cáncer en ese paciente, pero con la particularidad de que si retiramos el agente etiológico tóxico, esa “huella o firma” proteica vuelve a la normalidad.

Veamos el ejemplo de la exposición a benceno en el medio laboral: en la actualidad analizamos la exposición con determinaciones ambientales en el lugar de trabajo (evaluación externa) y con análisis de biomarcadores de exposición interna (ácido t,t-mucónico y ácido S-fenilmercaptúrico en orina), cuyo resultado tan sólo nos indica si el paciente está o no expuesto, no siendo útil para el diagnóstico de la enfermedad. Usando las nuevas tecnologías, en concreto la transcriptomica, se han identificado recientemente dos firmas proteicas de exposición a benceno; esto indica con absoluta certeza que los trabajadores con ese perfil van a desarrollar los efectos tóxicos del benceno a menos que se elimine el factor etiológico de riesgo (niveles elevados de benceno en aire ambiente laboral, exposición a tabaco, etc). Su importancia radica en que detecta la posible enfermedad de forma precoz, cuando existe capacidad de revertirla. Todo esto hace que el concepto de “exposome” vaya a cambiar en los próximos años la práctica de la medicina en general y de forma concreta la de la higiene industrial, pasando de una medicina preventiva y poblacional, a una medicina predictiva e individualizada.

BIBLIOGRAFÍA
-Lioy PJ. 2010. Exposure science: a view of the past and milestones for the future. Environ Health Perspect 118:1081-1090.

-Rappaport AM. 2011. Implications of the exposome for exposure science. J Expo Sci Environ 21(1):5-9.

-Rappaport SM, Smith MT. 2010. Environment and disease risks. Science 330(6003):460-461.

-Wild CP. 2005. Complementing the genome with an “exposome”: the outstanding challenge of environmental exposure measurement in molecular epidemiology. Cancer Epidemiol Biomarkers Prev 14(8):1847-1850.

-Exposome: A powerful approach for evaluating environmental exposures and their influences on human disease (Symposium, Washington, 25-26 february, 2010).

-Emerging Technologies for measuring individual exposomes (Symposium, Washington, 8-9 december, 2011).


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