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El argentino Francisco Maglio es médico infectólogo, ex-jefe de la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Muñiz, y autor de numerosos trabajos de la especialidad y de varios libros (“Reflexiones y algunas confesiones”, “Síndrome de Burnout en médicos”, etc.).
Además su completa formación en antropología médica (en la UBA), literatura, filosofía, teología, etc. hacen que en su persona se aunen Ciencias y Letras en una completa formación humanística. Esto ofrece una visión del acto médico basado en sus orígenes más ancestrales, que se centran en el íntimo contacto con el prójimo -la razón de ser y origen de esta disciplina-.
Como ejemplo de esta forma de pensar tenemos la respuesta del Dr. Maglio a la siguiente pregunta, que puede leerse con detenimiento en el PDF del video:
“¿Cuáles son los prejuicios más arraigados en los médicos que habría que desterrar?. Que el médico lo sabe todo, que el enfermo no sabe nada, que el enfermo no tiene por qué opinar. Y los prejuicios que tienen los médicos son originados en la deformación recibida. A mí me decían: ‘Vos al enfermo no le expliqués. Cuanto menos sepa, mejor’. No, al contrario, cuanto más sepa mejor. Esa es una subestimación del conocimiento. Nadie mejor que el enfermo sabe su enfermedad. Hay la visión del observador y la visión del propio observado. (...) la visión del médico y la visión del enfermo. Las dos son válidas y tienen que complementarse.”.
Otras frases que mueven a la reflexión son:
- “… somos plomeros [=fontaneros] del cuerpo. Tenemos que hacer las dos medicinas: la del cuerpo y la del espíritu. Una sola de las dos es una medicina hemipléjica”
- “Carillo decía: ‘Tengo miedo de los médicos que solamente saben medicina’. Terrible. Por eso cuando a mí me dicen: ‘atendete con Fulano, es un gran especialista. Peor mirá que como persona es más o menos’. No voy. Y te sugiero que no vayas. Nadie en su profesión es mejor de lo que es como persona”
- “En algunos colegios hay algo muy interesante que es el premio al mejor compañero. Pero eso lo tienen que decidir sus compañeros. Eso es muy bueno, porque los chicos están estimulados para ser buenos tipos. Esa es la mejor herencia que se puede dar”.
Por último señalar que aparte de ser una entrevista que mueve a la reflexión, podemos encontrar en ella además un fino humor inteligente subyacente, al más puro estilo de "El hijo de la novia", de Juan José Campanella (2001).
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