El
síndrome de fatiga crónica (SFC) es una entidad clínica bien establecida que cursa con fatiga de tipo físico y mental persistente e invalidante a pequeños esfuerzos y que resulta insuperable para el paciente
1. Aunque no se conoce cuál es su patogenia, en su historia natural destaca su inicio agudo en una persona previamente sana, habitualmente en relación con diversos factores precipitantes. En más de la mitad de los casos el factor desencadenante es una infección viral intercurrente. En los últimos años se ha descrito el desarrollo de SFC tras la exposición a diversos productos tóxicos (disolventes, monóxido de carbono, ciguatera), incluidos los insecticidas
2 .
La
hipersensibilidad química múltiple (HQM) es un síndrome caracterizado por la presencia de sintomatología crónica y reproducible en respuesta a un bajo grado de exposición a múltiples agentes tóxicos no relacionados entre sí y que mejora o se resuelve cuando se evita esta exposición
3. Puede cursar con fenómenos de irritación de los mucosas y de las vías respiratorias, manifestaciones cutáneas o sistémicas e intolerancia digestiva, entre otros síntomas. En su patogenia se sospecha la pérdida de tolerancia a estímulos químicos por la exposición inicial única o repetida a productos tóxicos
4.
En
España, los insecticidas son una fuente habitual de exposición e intoxicación, tanto laboral como accidental
5. De manera aislada se ha descrito su potencial implicación como factor desencadenante tanto de SFC como de HQM
2,6,7. En este estudio se plantea objetivar de forma prospectiva y sistematizada la potencial relación entre una exposición a insecticidas y el desarrollo de SFC y/o HQM. Para ello, se ha recogido una serie consecutiva de pacientes, atendidos en las unidades de referencia de toxicología clínica y fatiga crónica del Hospital Clínic de Barcelona, que han desarrollado SFC, algunos de ellos con HQM asociada. En todos ellos, el único factor precipitante ha sido la exposición corroborada a insecticidas.
Pacientes y método
Durante un período de 4 años (de enero de 2000 a diciembre de 2003), se atendió de manera consecutiva a 273 pacientes en la Unidad de Toxicología del Hospital Clínic de Barcelona. De ellos, 39 (14%) acudieron tras una exposición a insecticidas. A todos se les realizó una recogida de datos epidemiológicos personales y anamnesis clínico-toxicológica, con particular atención a la presencia de sintomatología aguda tras la exposición, síndrome irritativo de mucosas (rinorrea, lagrimeo, tos seca, odinofagia, broncospasmo), manifestaciones muscarínicas o nicotínicas, síntomatología digestiva (náuseas, vómitos, intolerancia alimentaria), trastorno neuropsicológico (astenia, apatía, falta de concentración o pérdida de memoria), fatiga física o mental persistente (superior a 1 mes) no explicable por otros motivos, mialgias con objetivación de criterios de fibromialgia o fenómenos de intolerancia química a diversos productos. Los casos en que había una fatiga inexplicada de más de 6 meses de duración se remitieron a la Unidad de Fatiga Crónica de este mismo centro, donde se realizó un protocolo consensuado de estudio de causas de fatiga prolongada
1,7. El diagnóstico de caso de SFC se realizó según los criterios de Fukuda et al
1. Se graduó su afección según la escala semicuantitativa de menor a mayor gravedad (grados I a IV), teniendo en cuenta la interferencia de la enfermedad en las actividades de la vida diaria, la actividad laboral y la calidad de vida. Para ello, se utilizaron los cuestionarios Medical Outcomes Study Short Form (SF-36) y el Standford Health Assessment Questionnaire (HAQ)
8. El síndrome de fibriomialgia se definió con los criterios del American College of Rheumathology
1. La HQM se diagnosticó según los criterios del consenso internacional sobre esta enfermedad
3.
Se interrogó a los pacientes específicamente sobre las circunstancias de la exposición ambiental (laboral, accidental) y su posible contexto epidémico en casos de exposición múltiple. Sólo se admitió la exposición a insecticidas tras la corroboración fehaciente del tipo de producto tóxico expuesto. Asimismo, se valoraron las circunstancias de la exposición, el tipo y el método de aplicación del plaguicida (contacto, dispersión ambiental o fumigación). El posible diagnóstico de intoxicación por insecticidas organofosforados se realizó en función de la presencia de manifestaciones muscarínicas y nicotínicas. Se midieron también los valores de actividad plasmática de las colinesterasas. Finalmente, se valoró la repercusión funcional y laboral del SFC y/o la HQM durante un tiempo medio de seguimiento de 2,5 años desde el diagnóstico.
Resultados
De los 39 pacientes evaluados, 29 (74%) presentaban fatiga persistente y 26 (67%) cumplían los criterios de caso de SFC. De ellos, 9 (35%) reunían además los criterios de HQM. La edad media (desviación estándar) fue de 44 (9) años (intervalo, 17-54). Había un predominio de mujeres, con una relación de 6,5 a 1 respecto a los varones (p = 0,000). Sólo 4 de los 26 pacientes (15%) eran varones, con una edad media similar a la del grupo global 45 (8) años (intervalo, 34-50).
En 9 casos (35%) la exposición fue a insecticidas organofosforados, en 8 (30%) a piretrinas y en los restantes 9 casos fue combinada a organofosforados y piretroides. Las circunstancias de la exposición a los insecticidas fueron de tipo laboral en 23 casos, al reincorporarse a su lugar de trabajo tras fumigación por desinsectación. En otros 3 casos la exposición fue accidental por inhalación y/o contacto cutáneo. El tiempo transcurrido entre la fumigación y la exposición de los pacientes fue inferior a las 24 h en 11 casos (42%). En 21 casos (81%) se objetivó un contexto de exposición epidémica, que afectaba a una media de 4,2 pacientes por brote. En 5 casos la exposición se limitó a una persona. Veintidós (85%) de los 26 pacientes presentaron un síndrome agudo con irritación de las mucosas y la vía respiratoria. Todos los pacientes excepto uno manifestaron afección neurocognitiva de intensidad leve o moderada que se presentó una media de 3,5 semanas después de la exposición. Trece pacientes (50%) desarrollaron dolor osteomuscular crónico con criterios de fibromialgia que se inició progresivamente una media de 1,5 meses tras la exposición. Respecto al grado de afección del SFC, 17 pacientes (65%) presentaron un grado I y 9 (35%) un grado II, sobre 4 grados potenciales de afección. Ningún paciente presentó un grado III o IV de afección en esta misma escala. Nueve pacientes (35%) desarrollaron, además del SFC, un síndrome de HQM. De ellos sólo 1 era varón. Cinco de ellos tenían un grado II/IV y 4 un grado I/IV de SFC. Ningún paciente expuesto a organofosforados presentó una sintomatología clínica muscarínica o nicotínica, y las determinaciones de colinesterasa séricas fueron normales en todos ellos.
El tratamiento aplicado para los pacientes con SFC consistió en medidas sintomáticas con analgésicos y antiinflamatorios, pautas de ejercicio físico adaptado y terapia de soporte psicológico, con una aproximación cognitivo-conductual, mientras que los pacientes con HQM recibían también tratamiento sintomático al tiempo que se les aconsejaba que evitasen nuevas exposiciones a los productos químicos para los que eran hipersensibles.
En el seguimiento evolutivo, el tiempo medio de persistencia de los síntomas de SFC tras la exposición fue de 2,5 (0,9) años. Al finalizar el estudio, 6 pacientes con SFC de grado II (un 23% del total) estaban en situación de incapacidad laboral permanente legalmente reconocida y otros 14 (56%) seguían en situación de baja laboral prolongada. En 5 casos (19%) la enfermedad tuvo un curso autolimitado, inferior a 1 año, sin que se hallase ningún factor asociado a esta mejor evolución.
DiscusiónEn esta serie de 39 pacientes que consultaron a una unidad de referencia de toxicología tras una exposición a insecticidas organofosforados, piretrinas o piretroides, se constata clínicamente el desarrollo de SFC en un 66% y de HQM asociada en un 23% de casos. Al valorar estas cifras debe tenerse en cuenta que a nuestras unidades fueron remitidos sólo los pacientes más graves o con sintomatología más persistente. La exposición tuvo lugar mayoritariamente en el ámbito laboral tras un proceso de fumigación para desinsectar. En casi la mitad (42%) de estas fumigaciones se constata el incumplimiento de alguna normativa de seguridad, en particular la referida al período que debe transcurrir entre la fumigación y la reocupación de los locales previa ventilación. Ninguno de los pacientes presentó un auténtico cuadro de intoxicación por organofosforados, lo que sugiere que la exposición a bajas dosis de estos insecticidas es suficiente para desencadenar un SFC-HQM
4,9. Con anterioridad, el desencadenamiento de SFC y/o HQM por insecticidas había sido descrito de forma aislada en diversos contextos epidemiológicos (agrícola, industrial, accidental), pero no había series amplias en la bibliografía médica
5-7. En la serie actual ninguno de los pacientes presentó una exposición crónica a insecticidas.
La patogenia de este fenómeno es compleja
1,8, aunque se sugiere un nexo entre los efectos tóxicos de los insecticidas y los mecanismos desencadenantes tanto del SFC como de la HQM. En el caso de los organofosforados, la disminución de actividad de las esterasas que provocan y la disfunción vascular, endotelial y neurológica secundarias que se desarrollan pueden ser el nexo entre ellas. Así, en el SFC se han detectado anomalías en el sistema colinérgico del endotelio vascular
10, con inhibición de la colinesterasa vascular, fenómeno semejante al que se produce tras la exposición a organofosforados. Sin embargo, en la serie actual, no se ha podido demostrar esta disminución de actividad colinesterasa. En el caso de los piretroides, el mecanismo es menos conocido, y puede estar relacionado con la alteración vascular y la disfunción de las membranas celulares que provocan
7. En todo caso, estos mecanismos patogénicos justificarían la precipitación pero no el mantenimiento del SFC; además, puede haber fenómenos de hipersensibilidad o predisposición personal y de comorbilidad con otros factores patogénicos
1,7.
En el caso de la HQM, muchos pacientes con intolerancia química subclínica manifiestan su enfermedad tras una exposición específica, aguda y bien caracterizada a un producto tóxico. En este sentido, la exposición a organofosforados es un factor precipitante ampliamente reconocido de HQM
3,4. Además, la HQM se admite como parte sindrómica del SFC, en el que hay un estado de hiperergia inmunológica con hipersensibilidad cutánea y activación de respuesta linfocitaria tipo Th2
8.
La repercusión del SFC en estos pacientes fue notable, ya que supuso el inicio de una enfermedad crónica de la que no se dispone de tratamiento etiológico y que conlleva una elevada tasa de comorbilidad e invalidez. Es destacable que el grado de SFC que presentaron estos pacientes fue moderado, ya que ninguno de los casos referidos llegó a los grados III o IV de la escala de fatiga. El hecho de que esta situación predomine más en mujeres no difiere de lo que sucede en las series generales de SFC
1,7. Dada la posible prevención de esta exposición, es importante controlar las normas de utilización y extremar las medidas de aislamiento y ventilación tras la utilización de insecticidas, con el fin de evitar la exposición inadecuada de las personas y el desarrollo de estas enfermedades potencialmente invalidantes. Además, la notificación de estos síndromes a las autoridades laborales y judiciales correspondientes es obligatoria. Un estudio de casos y controles permitiría determinar los factores de riesgo tras la exposición a insecticidas y cuantificar sus asociaciones.
Referencias Bibliográficas1. Alijotas J, Alegre J, Fernández-Solà J, Cots JM, Panisello J, Peri JM, et al. Documento de consenso sobre el diagnóstico y tratamiento del síndrome de fatiga crónica en Catalunya. Med Clin (Barc). 2002;118:73-6. [Medline] [Artículo]