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18 febrero 2007

REFLEXIÓN A COLACIÓN DE FORGES (III)

A menudo encontramos médicos que nos quieren convencer de cosas sobre la fibromialgia, el síndrome de fatiga, o el síndrome químico múltiple que sabemos que NO son ciertas ("son enfermedades psicológicas", "estas cosas no existen", "la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica son la misma cosa", "lo que hay que hacer es salir y animarse", "lo que pasa es que usted está deprimida"). Y nosotros, encima de 1) vivir una situación crónica que el entorno no entiende y desvaloriza, y 2) ser nosotros los que tenemos que ir informados a consulta por la cuenta que nos trae,... pues además tenemos que ser amables y tener paciencia, ¡MUCHA PACIENCIA para que este tipo de comentarios por parte del profesional no nos haga subir por las paredes, cosa que reforzaría los pensamientos del doctor en el sentido de "a esta persona lo que le pasa es que es una neurótica"!.

Es lógico que ante enfermedades que no son las usuales el doctor no tenga por qué conocer mucho de ellas (hombre, un poco sí deberían saber a través de una actualización regular de conocimientos una vez acabada la carrera, pero en fin seamos condescendientes). Pero lo malo es querer informar de ellas al doctor con documentos serios y contrastados para sentirse comprendido, pero a este le pueda más la soberbia (que impone para evitar que descubras su falta de conocimientos en el tema) que las ganas de sentirse cercano a un paciente que sufre a causa de una enfermedad difícil de llevar y que no se siente comprendido. Es que con que sólo supieran escuchar ya sería un paso...

Aquí por supuesto hay que diferenciar entre el paciente "que cree que sabe" o el hipocondriaco, y el que de veras está ofreciendo información contrastada. Una cosa y otra pueden averiguarse por el doctor fácilmente en el transcurso de la conversación por la actitud del paciente y la calidad de los datos aportados en ella por el enfermo (en la información siempre aparecerá la fuente, o sea el autor u organismo que lo avala -que además deberá ser especialista en estas enfermedades-, año de publicación, etc.).

Así que lo dicho, paciencia mucha paciencia... Yo gracias a no perder los nervios más de una vez de las que el cuerpo me ha pedido, he conseguido que una parte importante de médicos de los que he tenido y tengo que ver ACEPTEN que efectivamente lo mio son una serie de enfermedades (aunque no las entiendan y las infravaloren, y a veces ni disimulen su falta de interés por ellas) que no se pasarán "si me animo". Con la aceptación también ha llegado un cierto grado de mirada desde el RESPETO por la manera de llevar mi camino, al que intento imprimir toda la dignidad de la que soy capaz a pesar de la dureza. Todo lo intento relativizar en lo posible.

Pero aún hay consultas en las que el doctor opta por añadir un suplemento de sufrimiento al paciente con su actitud... y salgo llorando.

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